Diario de Mallorca

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El desastre electoral del Partido Popular —no cabe calificar de otra forma la pérdida de la mitad de sus escaños en el Congreso— ha llevado a bastantes analistas a considerar que no es sólo un partido el que se ve afectado sino que puede que sea todo un sistema político, el que conocemos con el nombre de bipartidismo, el que está cambiando. La alternancia entre el PP y el PSOE, protagonista de la gobernabilidad de España desde que la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez desapareció, habría llegado, así, a su fin. Hasta una columna se ha publicado dando al bipartidismo no sólo por muerto sino por enterrado para siempre jamás.

Puede que sí y puede que no. En realidad, el final del bipartidismo llegará cuando una fuerza política que no sea ni la de los socialistas ni la de los populares llegue al poder. Cuando otro grupo —¿Podemos? ¿Ciudadanos? ¿Vox? ¿Uno nuevo que no identificamos aún¸— gane las elecciones e imponga a su cabeza de lista como presidente del Gobierno. Eso, de momento, no ha sucedido. La confirmación del presidente Sánchez en su cargo, que se da por segura, podría leerse como un episodio más en la alternancia en espera de lo que sucede con el siguiente.

Pero el entierro del bipartidismo podría asomar ya si se diese una circunstancia nueva: la de un gobierno de coalición. Tampoco eso ha sucedido nunca, que yo recuerde, desde que estrenamos los nuevos tiempos constitucionales. Se convertiría en la gran novedad de esta legislatura si Unidas Podemos convence a Pedro Sánchez de que no gobierne en solitario. No obstante, habrá que esperar un mes, hasta que se cierren de nuevo las urnas el 26 de mayo, pero saber si nos encontramos ante semejante cambio. De momento, y como es más que lógico, el presidente en funciones ha dado la orden de parar toda la maquinaria post-electoral en espera de ver si el desplome del PP y la confirmación del giro político se traslada también al terreno autonómico y municipal. Porque, como símbolo mejor de la poca Europa de la que disfrutamos hoy por hoy, lo que suceda con las elecciones al Parlamento de Bruselas no cuenta apenas para nadie.

Puede que sean necesarios los votos de Unidas Podemos para investir a Pedro Sánchez y puede que no. Puede que ese apoyo sólo se consiga dejando entrar a Pablo Iglesias en el Gobierno y puede que no. Por muchas declaraciones enfáticas que oigamos acerca de lo que significa el "no es no" en términos de las abstenciones necesarias para confirmar a Sánchez en la presidencia, esa tela está aún por cortar. Y el traje que salga de ella va a depender no poco de cómo respondan los votantes a la llamada a las urnas del día 26 de este mes. El resultado que se dé también proporcionará más claves acerca de si el bipartidismo ha desaparecido ya o está, en realidad, bajo paréntesis en espera de que el Partido Popular termine de lamerse las heridas a fondo.

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