No estamos ante un 1º de mayo cualquiera, está impregnado de las citas electorales políticas; unas ya celebradas y las otras a escasas semanas de celebrarse; y, por ello, las calles se llenarán de trabajadoras y trabajadores exigiendo políticas que pongan a las personas primero, tal y como luce el lema de las decenas de manifestaciones convocadas a lo largo y ancho del país.

Las calles se llenarán de gente, serán un clamor en una jornada de reivindicación y de lucha para dejar claro que combatir contra la precariedad y la desigualdad es urgente. Se llenarán de gentes reivindicando políticas públicas solidas y sostenibles, reivindicando más y mejor democracia, donde no quepan los discursos de odio, ni los machistas, ni contra el diferente, que han sido los discursos de la derecha ultra en esta campaña electoral y que han polarizado la opinión pública.

Por tanto, este no es un Primero de Mayo más, en el sentido de reivindicación de mejoras laborales y de denuncia de situaciones gravosas para el conjunto de la clase trabajadora -que sin lugar a duda estarán en el foco de las manifestaciones que se llevarán a cabo a lo largo y ancho del territorio español-. El epicentro de este 1º de mayo girará en torno a los procesos electorales que se han celebrado, y los que están por venir este mismo mes, en los que la clase trabajadora, una vez más determinante, no faltará a las citas importantes de este país, como ha demostrado en las elecciones del 28 de abril con su participación y su voto para defender la democracia e impedir una involución en derechos y libertades.

Los trabajadores y trabajadoras de este país tenemos que ser muy exigentes para que la mayoría progresista, derivada de los comicios celebrados, tenga muy claro cual es la hoja de ruta para los próximos cuatro años. Poner sobre la mesa la agenda social debe ser el elemento central del debate político; hay muchas reformas pendientes y estas pasan por trabajar consensos amplios. Tenemos que avanzar en un nuevo marco de relaciones laborales que, en primer lugar, equilibre la correlación de fuerzas entre trabajadoras y trabajadores y empresarios, estructurando la negociación colectiva, reformando el sistema de pensiones para que sea sostenible y nos garantice pensiones dignas; urge una reforma fiscal para que la carga impositiva sea más justa y paguen mas los que más tienen.

Pero tendremos que poner el acento en la necesaria regeneración democrática de este país. Después de la corrupción sistémica que hemos padecido, unido a la utilización de recursos públicos para atacar al adversario político, o la cuestionada separación de poderes, se ha provocado una desafección creciente de la ciudadanía hacia la clase política, que ha sido el caldo de cultivo idóneo para que surjan populismos, como ha ocurrido.

En el 28 de abril se ha dado un paso importante en el sentido correcto, al arrinconar este tipo de ideologías; y los trabajadores, pero especialmente las trabajadoras, han sido decisivas.

Necesitamos otras políticas y que estas sean por y para la ciudadanía. Por eso este 1º de Mayo llenaremos las calles, porque nunca nos han regalado nada, siempre lo hemos tenido que luchar, y ahora no será una excepción, y seguro que las trabajadoras y trabajadores exigiremos en la calle, y volveremos a llenar de votos las urnas el próximo 26 de mayo.