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Antonio Papell

¿Qué ha pasado?

Los electores del PP no han acompañado a Casado en su radicalización

Sintéticamente, ha ocurrido que, en la confusa coyuntura de una crisis territorial extrema a la salida de una grave recesión, la derecha ha actuado esta vez con suma torpeza en tanto la izquierda ha sabido responder atinadamente a las demandas políticas y sociales.

Vayamos por partes: tras la moción de censura que pasó factura al PP por todos los excesos de los años anteriores en materia de corrupción -ministros clave de la etapa de Aznar, como Rato, Zaplana y Matas, han acabado en prisión-, la rejuvenecida militancia del PP, tras rechazar la continuidad del rajoyismo, optó por promover el liderazgo de Casado, un joven cachorro criado en FAES y embriagado de nacionalismo patriótico.

La cuestión catalana -el golpe de mano de los soberanistas, que tuvo que ser abortado mediante medidas constitucionales extremas y que está siendo juzgado en el Tribunal Supremo- había exacerbado ya el nacionalismo españolista de una extrema derecha larvada que, hasta ultimísima hora, permanecía implícita en el seno del PP? hasta que desembocó en la formación oportunista de Vox, cuyos cuadros procedían del ala aznarista, aguirrista, de la formación conservadora.

Las elecciones andaluzas, celebradas en un clima de malestar por la procacidad del nacionalismo catalán, fueron la pista de despegue de Vox, que, además de exhibir su nacionalismo flamígero, tan inflamado al menos como el de los independentistas catalanes, explotó el desgaste del PSOE en la región como hubiera hecho un partido antisistema cualquiera. PP y Ciudadanos, lejos de ver que resultaba inaceptable cualquier vínculo con la extrema derecha, aceptaron su apoyo envenenado para formar mayoría, con lo que consiguieron como pírrica victoria gobernar Andalucía. En condiciones tan extremas que no han podido pactar siquiera los presupuestos, ya que Vox los condicionará de tal modo que hubiera sido suicida anunciarlos antes de que concluya la actual secuencia electoral que termina el 26 de mayo. Toda Europa ha lamentado que Vox haya sido admitido como un partido más por el PP y por Ciudadanos. De hecho, la víspera electoral Casado volvió a ofrecer in extremis a Abascal una coalición? sin ver que aquella connivencia estrechaba todavía más el círculo de quienes aún estaban dispuestos a votarle.

El vuelco, en fin, se ha debido a la conjunción de aciertos del PSOE en dos ámbitos: 1.-en la gestión política -la reversión de los recortes, cuatro años después de que España empezase a crecer a buen ritmo; la política de Transición Ecológica; la consolidación del Estado social; las medidas de modernización de Estado-, tras una etapa en que Rajoy fue incapaz de mitigar los efectos más negativos de la crisis en términos de desigualdad y desequilibrio social. Y 2.-En la cuestión catalana: como pusieron de manifiesto Sánchez e Iglesias en los debates y como piensa en su fuero interno la inmensa mayoría de españoles, el conflicto no se resuelve armando de vigorosidad patriótica a la sociedad española sino apelando a la negociación y al diálogo en el marco del Estado de Derecho y de la Constitución. No se trata de responder a las provocaciones de Puigdemont y Torra mediante una aplicación desaforada del art. 155 y la cancelación de la autonomía (o incluso la vuelta al Estado unitario como quiere Vox), sino de persuadir a los soberanistas de que la vía unilateral esta cegada por lo que hay que abrir imaginativamente otras nuevas. De hecho, esta perspectiva ha dado a Junqueras (ERC) un triunfo objetivo, a la vez que se producen ilusonantes manifestaciones conciliadoras del lado republicano mientras su líder sigue en prisión preventiva. Y ello mientras Puigdemont y sus pospujolistas caen estrepitosamente en el aprecio popular, envueltos en la bandera del cuanto peor, mejor. Las fórmulas resolutivas de Vox, que son las que acabó asumiendo Casado, hubieran vuelto insoluble el conflicto, como estaban viendo horrorizados los demócratas europeos.

En definitiva, el desastre del PP se ha debido a que los electores no han acompañado a Casado en su radicalización. Ahora, urge la reconstrucción de este partido, que ha venido representando a sectores conservadores y confesionales que no se sienten a gusto en el radicalismo laico de Cs. Aunque difícilmente quienes lo han arrojado al precipicio podrán llevar a cabo el rescate.

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