Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Lugares comunes

El big data y las ciencias asociadas a su interpretación acabarán convirtiendo a la humanidad en un solo individuo. Tal es lo que deduzco de la lectura de Todo el mundo miente (Capitán Swing). Su autor, Set Stephens-Davidowitz, colaborador de New York Times, al realizar un estudio exhaustivo de las búsquedas que llevamos a cabo a través de las redes, nos presenta una humanidad con rasgos muy semejantes. Conviene tener en cuenta que en las redes no se miente; por lo tanto, lo que sale de ellas va a misa. Significa que si tú quieres averiguar qué es un testículo calcificado, no te andas con rodeos, como en el café, con los compañeros de oficina. No. Tú entras en Google y escribes "testículo calcificado". Quien dice eso, dice "Síntomas de gripe". Una epidemia de gripe se puede predecir por las búsquedas que hace la gente antes de que estalle ("Tengo dolores musculares", por ejemplo). Los buscadores de internet, en fin, son como confesionarios. Si lo que uno pretende es meterse en la cama con una cabra, lo que pregunta es cómo meterse en la cama con una cabra.

Y así, a base de averiguar lo que buscan unos y otros, el autor va construyendo un individuo que es la suma de la humanidad usuaria de internet. La conclusión, me parece a mí, es que, en el fondo, no somos muy diferentes los unos de los otros. Por afuera, sí, desde luego. Hay quien no se apea de los pantalones vaqueros y quien va enfundado siempre en un traje de tergal azul recién planchado. Pero cuando nos ponemos el pijama y abrimos el ordenador, resulta que todos navegamos por lugares parecidos. Gracias a esa información se pueden levantar numerosos perfiles identitarios, pero también un perfil único en el que de un modo u otro aparecemos todos englobados.

La fantasía de la originalidad se va al carajo tras la interpretación de los gigabytes de datos que facilitamos gratuitamente a los buscadores. Así las cosas, nuestros líderes políticos deberían calmarse un poco. En otras palabras, no ahondar tanto en las diferencias como valorar lo que une a los votantes de los partidos en liza. Quizá admitiendo los lugares que nos son comunes, relativizaríamos el tamaño de las discrepancias.

Compartir el artículo

stats