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Carmen Pérez Novo

Condicionamiento mental

Todos tenemos sueños. Sin embargo, en muchas personas se disuelven en frustraciones, en rutinas de la vida cotidiana, hasta el punto de que ya no hacen ningún esfuerzo por realizarlos. La verdad es que resultan muy extraños los comportamientos humanos. Y si no, díganme, ¿cómo es posible que personas de orígenes, a menudo, tan humildes, con pasados devastadores, hayan logrado crear vidas que nos inspiran a todos? Y a la inversa, ¿por qué tantas otras, nacidas en ambientes privilegiados, que disponen de los recursos necesarios para alcanzar éxito en un abrir y cerrar de ojos, terminan por convertirse en seres gordos, frustrados y, a menudo, adictos al alcohol y las drogas? ¿Qué hace que la vida de unas personas sea un ejemplo y la de otras una advertencia?

Dicen los expertos que nuestro comportamiento se ve impulsado por nuestras emociones (las sensaciones que vinculamos a nuestros pensamientos) y no por los cálculos del intelecto. Porque lo cierto es que estamos dispuestos a hacer más por evitar el dolor que por obtener placer. Por ejemplo, seguir una dieta y arrollar nuestro sufrimiento a corto plazo, mediante la pura fuerza de voluntad, nunca dura, porque seguimos vinculando éste al hecho de abandonar las comidas que engordan. Para que el cambio sea duradero, tenemos que relacionar el sufrimiento con la toma de esos alimentos, para que ya ni siquiera deseemos hacerlo, y el placer con el hecho de alimentarnos de manera nutritiva y saludable. Para la gente delgada y sana, el apartar el plato, en el que todavía queda comida, supone un placer, porque ello simboliza para ellos el hallarse en posesión absoluta del control de sus vidas.

La verdad es que podemos aprender a condicionar nuestras mentes, cuerpos y emociones, para vincular dolor o placer a lo que elijamos; de esa manera, cambiamos instantáneamente nuestros comportamientos. Ahora bien, todo cambio exige un esfuerzo. Para tener éxito, para conseguir cualquier cosa que deseemos, y que sea valiosa para nosotros, tenemos que ser capaces de atravesar el muro del dolor inmediato, para poder alcanzar el placer a la larga. Tenemos que dejar de lado todos los momentos de grandes tentaciones que vamos a tener y enfocar, permanentemente, la atención sobre lo que es más importante a largo plazo: el logro del objetivo resuelto. Recuerde que aquello que nos impulsa no es el verdadero sufrimiento, sino el temor de que algo nos conduzca hacia él.

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