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Antonio Papell

Economía de extrema derecha

El programa electoral que exhibe Vox en su web ("Cien medidas para la España Viva") es poco expresivo y mantiene cierto grado de inconcreción porque sus impulsores son conscientes de que la mayor parte de sus propuestas rechinan en los oídos de una inmensa mayoría de españoles.

En el campo de la economía, sus propuestas -números 34 a 54- incluyen la reducción del gasto político que se desprendería de la eliminación de las autonomías y de la concentración de los ayuntamientos; la desregulación del comercio y la industria; un plan energético que garantice la autosuficiencia energética de España (¿volvemos a la autarquía?); rebaja del IRPF, con un mínimo exento de 12.000 euros, un tipo único fijo del 20% hasta los 60.000 euros de renta y 30% por encima de dicho límite; impuesto de Sociedades del 20%, con reducción del 5% si los beneficios no se distribuyen, y del 15% para las PYMES; supresión del impuesto al Patrimonio, del impuesto sobre Sucesiones y Donaciones y Plusvalías municipales; beneficios fiscales a las familias; apoyo a los autónomos, que no pagarían cuota si sus ingresos no llegan al salario mínimo; diversas ayudas al empleo para "trabajadores españoles", con reducción de cotizaciones para nuevos contratos, creación de un dispositivo de 'primer empleo', apoyo a los desempleados mayores de 50 años; un nuevo modelo de pensiones mixto de capitalización y reparto, estando exentas las pensiones contributivas de IRPF?

Este diseño, que se aplicaría como queda dicho a un Estado nuevamente unitario (lo que supone reformar íntegramente la Constitución, concebida para un Estado compuesto y complejo), no resulta demasiado inquietante, ya que coincide en lo sustantivo con las formulaciones de grupos liberales perfectamente democráticos. Mucho más sórdido es el análisis que realiza en diversas entrevistas el experto económico de Vox, Rubén Manso, doctor en Económicas, antiguo inspector del Banco de España actualmente en excedencia y teniente del Ejército de Tierra en la reserva. Este ciudadano declaró en un acto fundacional de Vox en 2012 que "el reparto de las cargas públicas debe abandonar el absurdo principio de la progresividad", según el cual deben contribuir proporcionalmente más quienes más tienen. A su juicio, la progresividad fiscal desincentiva el esfuerzo y, además, "castiga el ahorro, que es la base del crecimiento económico" [?]. "Discriminar a los individuos en función de sus ingresos conduce a que desiguales niveles de esfuerzo y mérito, que generan diferentes niveles de ingresos, produzcan iguales niveles de consumo y ahorro. Y la gente quiere ganar más para consumir y ahorrar más, no para consumir y ahorrar lo mismo", argumentó. Además de dar por sentado que quienes ganan más hacen más esfuerzo y tienen más mérito que los demás, Manso criticó al "Estado moderno" por "esquilmar a los individuos" para pagar la sanidad o la educación públicas". Se da el caso, sin embargo, de que la Constitución española de 1978 dispone que el sistema tributario esté inspirado "en los principios de igualdad y progresividad" (artículo 31 de la Constitución).

Manso defiende el Estado mínimo, dedicado exclusivamente a sostener la Defensa, la seguridad interior y la justicia criminal. Todo lo demás, incluidas la sanidad y la educación, deberían privatizarse ya que "la iniciativa privada ha demostrado que lo hace mejor y más barato que las instituciones públicas". Admite que el Estado auxilie al ciudadano que no pueda pagarse la sanidad, partiendo "de una concepción austera del concepto de necesidad", e incluso puso ejemplos: "los servicios médicos necesarios incluyen una operación de apendicitis, pero no una corrección del desalineamiento dental. Ya no les digo del cambio de sexo". Por supuesto, todos los demás servicios deberían quedar en manos privadas y "no parece razonable", a su criterio, subvencionar "el ocio y la cultura".

La ultraderecha se opone, en fin, al estado de bienestar? que nació en Europa cuando las grandes democracias derrotaron militarmente a la ultraderecha? que en aquel caso no sólo había impuesto un credo atroz sino que había cometido un salvaje genocidio.

Vox no ganara ni podrá imponer jamás estos exóticos rigores, pero conviene que la gente esté informada de que este radicalismo no es en absoluto inocuo ni inocente.

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