Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Papell

Hacia otro equilibrio demográfico

La protesta de "la España vacía", de la población de la España interior que vive en zonas cuya densidad de población es "baja" (inferior a 12,5 habitantes por km2) según los cánones de la UE, es ideológica y reclama una solución intervencionista. Quienes se manifestaron en Madrid el domingo y los que se sintieron representados por aquella significativa muchedumbre no están de acuerdo con el mapa de España que se ha generado espontáneamente por la sola acción de la racionalidad económica y las fuerzas del mercado, apenas modulado por la Política Agraria Común, y desean otro modelo diferente. Otro modelo que habrá que diseñar y construir mediante técnicas de ordenación del territorio.

El planteamiento del problema y de su solución es clara: la despoblación del interior se produce por falta de oportunidades laborales de los jóvenes y por falta de calidad de vida suficiente en comparación con las ciudades. Luego para revertir la situación, tendremos que reparar ambas carencias: habrá que crear oportunidades laborales y que mejorar la calidad de vida en las zonas rurales.

La concentración poblacional en las ciudades se relaciona con la terciarización de la actividad productiva, que representa un gran auge del sector servicios, en detrimento de la industria (que no llega a generar 20% del PIB) y de la agricultura (aproximadamente el 2,6% del PIB). Sucede sin embargo que el gran avance de las comunicaciones por el progreso de las TICS -la digitalización, Internet de alta velocidad, la expectativa del G5 y sus efectos sobre el internet de las cosas- permite que gran parte de los servicios digitales puedan ser proporcionados desde cualquier lugar con acceso -con buen acceso- a la red. El cableado del país no es, pues, una posibilidad sino un requerimiento que debe estimularse desde el sector público si realmente se quiere que muchas personas del sector que detestan la vida urbana puedan acomodarse en zonas rurales.

El otro elemento decisivo para que los núcleos poblacionales puedan aspirar a convertirse en residencia de nuevos trabajadores es su plena integración en la red de servicios públicos, de forma que los ciudadanos logren un nivel de vida elevado. En este sentido, la mejora de los accesos viales ha de ir acompañada del acceso pleno a la sanidad y a la educación. Para ello, es evidente que será necesaria una comarcalización racional de tales servicios, de forma que la educación primaria tenga lugar en cada localidad -siempre que haya dos o más niños en esa franja de edad-; la educación secundaria habrá de realizarse en centros estratégicamente situados que abarquen a los alumnos de un radio limitado; la asistencia sanitaria primaria se deberá realizar a domicilio diariamente, con ambulatorios a distancias asequibles para las especialidades principales, y centros asistenciales comarcales también ubicados formando una malla que garantice recorridos máximos asequibles.

El actual modelo administrativo -diputaciones provinciales y ayuntamientos- debe revisarse. Y frente a la petición de desaparición de las diputaciones, que muchos hemos formulado porque no se justifica un cuarto escalón entre la comunidad autónoma y el ayuntamiento, probablemente se deberá optar por comarcalizar las diputaciones y mancomunar los ayuntamientos, profesionalizando la gestión de las diputaciones comarcalizadas y primando el voluntariado político y social en los municipios. Todo ello con gran flexibilidad de planteamiento, ya que las características de los territorios son muy diversas.

Por supuesto, la reactivación de las zonas rurales debe incluir el impulso público y la promoción de actividades especialmente adecuadas, como el turismo y las actividades al aire libre (montañismo, senderismo, caza, pesca), las especialidades agrarias de alto valor añadido que puedan adaptarse a cada territorio (agricultura ecológica, ganadería artesanal y derivados, etc.), la instalación de fuentes de energía limpia, etc.

Alguna formación política ha sugerido la creación de un ministerio ad hoc, o de una Secretaría de Estado, y la idea no es mala; de cualquier modo, lo importante es que el asunto no se adormile de nuevo tras las elecciones y que las decisiones que se adopten sean realmente ejecutivas y persistentes. En 2007 se promulgó una ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural que la crisis arrasó antes de nacer. Hoy, la opinión pública no toleraría ese olvido.

Compartir el artículo

stats