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Semana negra de Borrell

Si observamos la semana pasada podríamos concluir que al ministro de Asuntos Exteriores, José Borrell, le ha mirado un tuerto, como apunta el gracejo. Arrancaba el período con una carta firmada por 41 senadores franceses, donde denunciaban el trato de la Justicia española a los políticos independentistas catalanes, que están siendo juzgados en el Tribunal Supremo. Borrell tuvo que moverse de inmediato para lograr el apoyo de su homólogo galo, Jean-Yves Le Drian, quien pedía en Twitter "plena confianza en la democracia y las autoridades españolas".

Al mismo tiempo de la sacudida francesa, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, filtraba una carta al rey Felipe VI, donde exigía disculpas de España por la conquista del país centroamericano, cuando se cumplen 500 años de la llegada a México de Hernán Cortés. La respuesta de Borrell fue que era absurdo recibir ahora esta petición de disculpas, por acontecimientos sucedidos hace cinco siglos. En cualquier caso, suponía una grieta en las relaciones diplomáticas de dos países con fuertes lazos políticos y comerciales.

Para cerrar la semana negra, se hizo viral en redes sociales el airado abandono del ministro de Exteriores de un plató de la televisión alemana, ante preguntas del entrevistador sobre la cuestión catalana que no le gustaron. En una evidente pérdida de compostura, llegó a decir al periodista Tim Sebastian que "haga las preguntas correctas y deje que yo hable o, si no, paro".

Y es que vuelve a emerger lo que ya se dijo de Borrell en los años 90: que era un político muy preparado, con la mandíbula de cristal. Quizá por eso, Pedro Sánchez (una vez devuelto el favor de su apoyo frente a Susana Díaz, al nombrarlo ministro de Exteriores) se lo quita de encima y lo manda a Europa.

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