Una de las principales conclusiones del Estudio sobre la Perspectiva Económica, Social y Medioambiental de Baleares en el Horizonte 2030 es el destacado crecimiento demográfico previsto y la importancia que tendrá para las islas la inmigración.

El informe, elaborado por el Consell a petición del Govern y que ha sido realizado en la Universitat balear, es un exhaustivo análisis de la realidad insular a partir de los datos actuales y una prospección de futuro a once años vista, de cómo va a evolucionar esa realidad en campos tan diversos como la demografía, el mercado laboral, el cambio climático, los diferentes sectores económicos, la educación, las infraestructuras, las nuevas tecnologías o el bienestar social. Como escribe Carles Manera en su presentación, predecir el futuro obliga a dejar antes claro que no hay certezas, pero para hacerlo es imprescindible sustentarlo sobre bases científicas sólidas, como se ha hecho en este estudio.

Resulta además especialmente interesante que no se trata únicamente de datos, sino que el informe contiene, en cada uno de los sectores analizados, recomendaciones sobre qué actuaciones deberían llevarse a cabo ante el escenario de futuro que se dibuja.

En plena precampaña, y siendo la inmigración uno de los ejes centrales de la misma, especialmente por parte de algún partido de ultra derecha, resulta oportuno poner sobre la mesa datos como los del informe del CES. De aquí a 2030, se prevé que la población balear pase de los 1.166.603 habitantes en 2018 a 1.384.105 residentes, lo que representa un aumento del 18,6 por ciento. Muy por encima del 4,5 previsto en la media española.

Este pronóstico se acompaña del dato de que la natalidad disminuirá, por lo que el crecimiento se sustenta en la llegada de población extranjera. Hasta tal punto que, en el horizonte analizado, uno de cada cuatro menores de 15 años de Balears procederá de otros países. La mayoría de países vecinos europeos, pero también, en un porcentaje cada vez mayor, de otros lugares.

El futuro se nos presenta diverso y multicultural. Es relevante poner el foco en las consecuencias positivas de la inmigración, que nutrirá el aumento de población y cubrirá los puestos de trabajo necesarios para el desarrollo económico. El estudio prevé que la economía balear necesite incorporar, cada año, 9.000 personas al mercado laboral.

Los autores del informe destacan la necesidad de tomar medidas para hacer frente a esta realidad, como destinar recursos educativos a la integración de los inmigrantes y mejorar la formación de los docentes para bajar el fracaso escolar. Hay que tener en cuenta que las familias de nacionalidad extranjera gastan menos en la educación de sus hijos que las españolas, por lo que los esfuerzos deben redoblarse.

La prospección demográfica revela el envejecimiento progresivo de la población, por lo que recomienda dimensionar los servicios sociales para atender las necesidades de la población de mayor edad e implementar políticas de estímulo de la natalidad, desde el aumento de escoletes a facilitar el acceso a la vivienda a los más jóvenes.

El informe abarca todos los sectores económicos. Son especialmente interesantes las líneas de trabajo propuestas para revertir la tendencia de la caída de la industria; las amenazas concretas del cambio climático en las islas, como el déficit de los recursos hídricos; o las propuestas de movilidad, orientadas al uso del transporte público.

Un documento, en definitiva, muy útil y necesario para evitar el cortoplacismo habitual de la política, que bien podría haberse terminado antes para que así hubiera servido a los partidos políticos para elaborar sus programas electorales. Esperemos que, al menos, los que van a dirigir nuestro futuro se lo lean.