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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Rivera, vocación de palanganero

La moción de censura que ganó Pedro Sánchez descompuso a Albert Rivera. La irrupción de Vox ha terminado por desquiciarlo hasta el punto de ofrecerse para lo que sea a Pablo Casado

La gesticulación de Albert Rivera es diáfana: transmite su estado de ánimo, sus percepciones. Se le nota que se tuerce el camino que daba por hecho que lo conducía inexorablemente hacia Moncloa. De repente, en el palacio, se aposentó Pedro Sánchez; desde entonces no ha dado una a derechas, al tiempo que se ha arropado en ellas, su espacio natural. No en balde un connotado presidente de un banco dijo en su día que había que inventar un Podemos de derechas: Ciudadanos. Lo que no se anticipó fue que la criatura corriera el serio peligro de malograrse antes de alcanzar ni tan siquiera la pubertad. Además, Vox ejerce sobre una parte sustancial del electorado de Ciudadanos, que un día presumió de ser reformista y liberal, una suerte de atracción fatal, que Rivera y quienes le acompañan no saben neutralizar.

Tampoco se pudo prever que la levedad de Rivera adquierese la envergadura que está exhibiendo. No es un líder. No posee el temple preciso para afrontar malos vientos. A un mes de las elecciones generales ha sido presa del pánico. Se ha enterado de que, además de desvanecerse el sueño de ocupar la presidencia del Gobierno, que lo arrulló hasta que la maldita moción de censura, en la que también mostró sus múltiples carencias, lo trocó en pesadilla, las urnas del 28 de abril pueden dejarle malparado. La res puesta dada lo define como lo que es: un figurante sin fuste. Ofrecerse, casi en holocausto, al PP de Pablo Casado, que tampoco anda sobrado de luces de largo alcance, para formar un gobierno de coalición que ponga al PSOE de Sánchez en la oposición, que es lo que requiere la actual dramática hora de España, lo ha dejado voluntariamente a los pies de los caballos. Fácil lo ha tenido el presidente del PP al darle trabajo de palanganero en su hipotético gobierno: ministro de Asuntos Exteriores. Displicencia obligada: Rivera se la ha regalado gentilmente. En campaña electoral las oportunidades, cuando se presentan, se aprovechan.

No existen dudas, no puede haberlas, de que si PP, Ciudadanos y Vox obtienen 176 diputados, la mayoría absoluta, Casado será investido presidente por el Congreso y Rivera asumirá disciplinadamente el papel que se tenga a bien asignarle. Se ha acotado el futuro. No existe burificación en el camino. El suyo lleva siempre a la derecha. Si la tiene que compartir con Vox lo hará. El teatrillo, un entremés sin contenido, de los amagos andaluces o las impostadas incomodidades de la foto de Colón no son otra cosa más que los clásicos juegos florales, palabras solo palabras que nada dicen a nadie. Son pocos los que todavían deciden prestarles atención.

Albert Rivera conscientemente ha abortado la oportunidad de ser el hacedor de una derecha liberal y moderna. Su candidato a las elecciones europeas, Luis Garicano, guarda elocuentísimo silencio ante los desatinos del líder. Después del 28 de octubre, si la tres derechas se quedan en la estacada y si Ciudadanos puede completar la mayoría del PSOE, los muñidores del partido dispondrán las cosas para que Albert Rivera salga de escena. Pasará a la condición de prescindible. De hecho, sus reiterados extravíos ya le otorgado tan lamentable atributo.

Acotación al margen.- Se celebrarán los sucedáneos de refrendos sobre la opción entre monarquía y república. La instancia superior de las juntas electorales insulares ha corregido a quien, en una efervescencia de celo censor, los había prohibido. El de determinados jueces no se para en barras. La libertad de expresión es a lo que se ve indigerible para muchos. La pulsión censora se extiende aceleradamente. Quién pudo pensar que engulliría al juez Florit y al fiscal Carrau. Este, en un absurdo prurito de vestal ofendida, recusa a la magistrada Felisa Vidal, que, de existir un cierto pudor, no debería haber accedido al Tribunal Superior de Justicia, al igual que tantos otros.

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