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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

La OCB impulsa la agitación independentista

La presente agitación no responde a una inaplazable pulsión de democratismo republicano, sino a la focalización de la figura de Felipe VI como auténtico salvaguarda de la legalidad democrática del Estado

Tras el levantamiento por la Junta Electoral Provincial de la prohibición dictada anteriormente por la de Palma, se realizará el domingo en Valldemossa una llamada "consulta popular" con la pregunta "¿Qué modelo de Estado quiere?", con dos opciones, monarquía o república. Antes, una mesa redonda sobre la misma cuestión en la que participarán PSOE, Més, Podem, Esquerra, EUIB y Fila Cero. La Valldemossa que Volem reacciona así: "¡Valldemossa Decide!", "Democracia", "Poder Popular", "Referéndum monarquía", "Referéndum república". Un fanático, poseído por un cuadro agudo de cursilería poética (me recuerda un infumable librito que hojeé hace cincuenta años, Poesía revolucionaria guatemalteca), proclama, extático, "Pueden arrancar todas las flores, ¡pero nunca pararán la primavera!". Nada que objetar a la realización de una performance en la que van a brillar las ansias de absoluto de los participantes, siempre en busca de la flor romanial que pueda remediar el spleen de sus vidas. Ahora bien, ¿qué pinta el PSOE del doctor Sánchez, protagonista de toda la vida constitucional que cabe en cuarenta años en este happening de procesistas?

La Obra Cultural Balear se ha apresurado a convocar para los días 6 y 7 de abril 53 consultas populares sobre la república en toda Mallorca. Se dispondrá de dos horas para expresar la preferencia entre monarquía y república; se precisa que son consultas simbólicas en las que no se contará con ningún tipo de censo. Ante este anuncio, Alternativa per Artà se ha pronunciado inmediatamente: " ¡No volien tassa i ara en tindran tassa i mitja. Tanmateix votarem!". Queda por dilucidar el contenido de la taza i media a administrar a quienes no querían consulta, ¿ricino? Artà se ha convertido gracias a Més en uno de los pueblos de Mallorca más revoltosos. Una de sus más conocidas femmes revoltées, Aina Comas, declaraba en este diario que prefería una república presidida por Aznar a una monarquía; a Aznar se le va a cambiar. No seré yo el que niegue, en abstracción de la situación concreta, la superioridad democrática de un poder elegido por los ciudadanos a un poder heredado por la genética. Ahora bien, el conocimiento de la historia me ha hecho recelar del concepto de progreso y de las promesas de futuro que exigen sacrificios de generaciones de ahora en pro de la felicidad de las futuras. Son las doctrinas del totalitarismo; es la imposición de la dictadura, del proletariado o de quien sea para preparar el paraíso en la tierra. No hay más paraíso o infierno, para los vivos, que el mundo en el que vivimos. Por ello creo firmemente en que el ejercicio del voto debe ir dirigido exclusivamente al programa a desarrollar en una legislatura. Todo lo demás, como el voto ideológico, únicamente conduce al autoengaño y a la servidumbre. Volviendo al tema, hoy por hoy, prefiero como representante simbólico de España a Felipe VI, como jefe del Estado, a Aznar o a cualquier otro político en España. Respecto a cambiar a Aznar, la señora revoltée dice que se cambia y punto. Pero también podría ser que a Aznar le sucediera uno peor que Aznar; o un insensato como Sánchez. Nada racional permite asegurar que los pronósticos de Comas y por tanto, su modelo de futuro fuera a ser mejor que el presente. Al derecho comparado me remito.

Hay que aclarar que la presente agitación no responde a una inaplazable pulsión de democratismo republicano, sino a la focalización de la figura de Felipe VI como el auténtico salvaguarda de la legalidad y legitimidad democrática del Estado contra el golpe contra la democracia de los independistas catalanes los meses de setiembre y octubre de 2017, con su discurso del 3 de octubre del mismo año. El levantamiento del 155 solamente ha supuesto un gobierno catalán que en vez de gobernar vive en la agitación permanente. Y en el ridículo permanente. Ya advirtió Tarradellas que en política se puede hacer todo, menos el ridículo. La puerilidad de los engaños de Torra a la opinión pública y a la justicia es la cara original de esa otra puerilidad de unas consultas en las que van a participar exclusivamente los simpatizantes izquierdistas y nacionalistas de Més, Podem, Esquerra y demás; y cuyo resultado abrumador a favor de la república se equiparará al conseguido en la UIB del Minerval. Es una agitación del independentismo catalán, que ha designado a la monarquía como el objetivo a batir.

Lo verdaderamente grave de esta agitación es que la capitanee la OCB a la que tantos hemos apoyado en el pasado. La politización de la lengua catalana al servicio del pancatalanismo es una traición a todos los ciudadanos que han apoyado de buena fe a la OCB en la tarea de normalización del catalán de Mallorca. Las subvenciones recibidas por la OCB de los ayuntamientos, consells y govern no eran para la instrumentalización de la lengua en pro del nacionalismo catalán, y procedían de todos los ciudadanos; nacionalistas o antinacionalistas; de habla catalana o de habla castellana. Claro que también ha recibido subvenciones de la Generalitat; sólo a esa institución se muestra fiel la OCB. Con todo ello, secuestrada su misión como elemento de enriquecimiento cultural de los ciudadanos de Balears por una dirección desde hace algunos años exclusivamente identificada con el credo nacionalista, la OCB pone en riesgo su histórica contribución a la normalización lingüística y las ayudas públicas del futuro.

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