Opinión | Entrebancs
Antonio Tarabini
Bonanza sí, pero precaria y desigual
Aunque oficialmente la campaña electoral no ha comenzado, ya estamos sufriendo una larga precampaña. Fichajes de candidatos robados al adversario y/o de personajes populares reconocibles; uso extenso e intenso de fake news, aderezados con insultos y descalificaciones. Suma y sigue. De momento brillan por su ausencia los temas clave que afectan a la vida y convivencia, al presente y futuro, de la ciudadanía.
No voy a negar que la poscrisis tiene algunos beneficios visibles para los ciudadanos en el conjunto de España. En concreto en nuestra comunidad el PIB del 2018 se saldó con un incremento del 2,7%, se ha creado empleo con contrataciones más prolongadas, han mejorado los salarios especialmente en el ámbito de la actividad turística, y se han producido ciertas mejoras en servicios públicos básicos como sanidad (eliminación del copago...) y educación (puesta en valor de la FP, refuerzo de becas?). Pero, a su vez, es una realidad constatable que las bondades de la denominada "fin de la crisis" no están afectando por igual a amplios segmentos de la sociedad, incluidas las clases medias. Hace escasas fechas una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre el índice de solvencia familiar refleja que tres de cada cuatro de las familias de Balears tienen problemas para cubrir sus necesidades básica. Basta acudir a Cáritas o a Mallorca Sense Fam.
Para consolidarse las tendencias positivas, también en Balears, es imprescindible afrontar reformas estructurales a nivel estatal. Para que las pensiones crezcan a tenor del IPC deberá rehacerse el Pacto de Toledo; para romper la brecha salarial, entre otras medidas, se deberá hacer frente a una modificación del sistema fiscal; para alcanzar unos servicios públicos de calidad (educación, sanidad?) deberá reformarse en profundidad el vigente modelo de financiación autonómica; y para garantizar un empleo estable y de calidad es preciso (como mínimo) modificar determinados artículos de la reforma laboral vigente. Por tales razones los resultados de las próximas elecciones generales son de máxima prioridad y relevancia.
En el año 2013 Guy Standing, profesor de la Universidad de Londres, escribió un excelente libro titulado El precariado. Hoy, cinco años después, sigue de plena actualidad. Desde entonces, las cosas no han mejorado pese a que la crisis económica del 2008 se da por superada, y el monstruo político comienza a tomar forma con el crecimiento de la extrema derecha también en nuestro país. La inestabilidad laboral y la inseguridad han pasado a formar parte de la experiencia vital no solo de las capas populares sino también de las clases medias. La extensión y consolidación del precariado está provocando la cronificación de la pobreza que no cicatriza.
La desigualdad sigue aumentando pese a que la economía española figura entre las que más crecen en Europa, lo que significa que estamos ante una tendencia estructural que va más allá del ciclo económico. "El sistema de distribución de ingresos del siglo XX se ha desmoronado" (Standing). Dentro de la renta nacional, las rentas del trabajo y las del capital solían ser estables. Con la globalización, las rentas del trabajo no dejan de perder poder adquisitivo mientras que las del capital siguen aumentando, y dentro de ellas, especialmente las de aquellos que viven de buscar la mejor inversión, casi siempre especulativa.
Siempre se ha señalado que la estructura productiva española era muy atípica. En la parte recesiva del ciclo se destruía empleo con mucha rapidez, pero también se creaba con mayor intensidad en la fase de recuperación. Esta vez, la primera parte de la premisa se ha cumplido, pero no la segunda. Se crea empleo, pero aún tenemos una tasa insostenible de precariedad y de desigualdad. A todo ello hay que añadir otras condiciones estructurales que inciden sobre la calidad de vida de esas nuevas clases precarias cada vez más extensas, que incluyen jóvenes bien formados pero subempleados. Una de ellas es la imposibilidad fáctica de acceso a una vivienda, así como hacer frente a suministros elementales como el agua, la luz, el teléfono o la calefacción. ¿Hablarán de tales temas los candidatos en la campaña electoral?
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