Este es un artículo de contracampaña electoral. Los candidatos de los partidos políticos que compiten en cuatro elecciones en un plazo de 28 días se quedarán afónicos o con artritis en los dedos por las miles de promesas que lanzarán en mítines o en las redes digitales. Desde el cambio de farolas hasta la reforma constitucional, todo cabe en unos comicios que abarcan desde el más diminuto de los municipios mallorquines hasta el Parlamento de la Unión Europea, pasando por las autonomías, el Congreso y el Senado.

Los triunfadores apenas cumplirán el 20 o el 25% de sus promesas electorales. El porcentaje se reduce sensiblemente si los partidos se lían con pactos contra natura, aspiraciones que en nada afectan al bienestar ciudadano o guerras intestinas. Con la ayuda de Wilhelm Hofmeister, director de la oficina de la Fundación Konrad Adenauer para España y Portugal es fácil saber en qué se estrellarán los políticos electos. La Fundación Adenauer está ligada al partido Demócrata Cristiano de Angela Merkel. Hace un mes redactó un informe sobre la situación de inestabilidad española que retrata el modo de hacer política en nuestro país.

Sabemos que los ayuntamientos se dedicarán a debatir y votar asuntos que no son de su competencia. No son útiles para el ciudadano, pero tapan sus vergüenzas y carencias en la gestión municipal. Nacionalismo -español, catalán o andaluz-, independencia y anticatalanismo estarán sobre la mesa porque, como escribe el coautor alemán de este artículo, es "un tema ideal para la movilización y la polarización en campaña".

Algunos de los partidos preferirán el diluvio universal a un acuerdo razonable. Un tuit de un adversario, de Gabriel Rufián por ejemplo, será capaz de hundir un pacto urdido durante semanas para evitar el caos. Serán cobardes. En lugar de liderar, se dejarán llevar. "Es cuestionable que los líderes políticos posean la grandeza suficiente para poner los intereses del país por encima de los intereses particulares", en opinión compartida con el informe de los democristianos alemanes.

Seguirán torpedeando desde el poder o la oposición propuestas buenas por el mero hecho de que vienen del adversario. Después pueden aprobarlas cuando alcanzan el poder, pero jamás van a aceptar que las saque adelante el adversario. "Negociar es perder. Todo o nada. Así funciona la política en España". Viven en su burbuja política, alejados de las necesidades reales de la población. Ante cada iniciativa deberían hacerse solo dos preguntas ¿es bueno para los ciudadanos?, ¿es factible? Pero la mayoría solo se interrogan sobre si es conveniente o no para la estrategia del partido, para alcanzar el poder o mantenerse en él.

Seguirán apelando a los bajos instintos de las masas más allá de lo razonable. Utilizarán un "lenguaje político mucho más directo y brutal" que el que se usa en Alemania, como escribía Wilhelm Hofmeister en este acertado informe en el que disecciona cual avezado taxidermista a la clase política española.

Y, sin embargo hay que ir a votar el 28 de abril y el 26 de mayo. En la generales, las municipales las autonómicas y las europeas. Hay que exigir que la inestabilidad política que comenzó en 2015 se acabe ya. Cuando el ciudadano evita las mayorías absolutas no pretende que acaben tirándose los trastos a la cabeza. Reclama todo lo contrario. Negociación, cesión y acuerdo. Sentido común, gestión eficiente y racionalidad.

Nuestros políticos nos van a decepcionar casi siempre. Sin embargo, es imprescindible acudir a votar porque todo, absolutamente todo lo demás es muchísimo peor.