Opinión | Desde el siglo XX

José Jaume

Company deja al PP hecho unos zorros

La astracanada en que la dirección del PP ha convertido la elaboración de sus candidaturas deja una vez más en evidencia la carencia de liderazgo que padece la derecha mallorquina

La foto que el miércoles publicó Diario de Mallorca ilustra sobre el compendio de los múltiples males que aquejan al PP insular, el partido que lo fue todo en la política balear y que hoy viste el indeseado ropaje de figurante sin apenas contenido. Ver al presidente del partido, Biel Company, junto a Marga Prohens, la nueva número uno de la lista al Congreso, y a la desplazada al Senado María Salom, que no disimula lo que siente hacia el primero, deviene en innecesario pormenorizar hasta qué extremos ha jibarizado la actual dirección del PP balear las expectativas de la organización política que por espacio de más de dos décadas careció de rival apreciable en Balears. Digámoslo sin ambajes: Company ha dejado al PP hecho unos zorros, porque carece de lo que se requiere para ser un líder político; porque, junto a sus notorias carencias, acumula las tachas que convierten a un político en lastre.

El marasmo en el que naufraga el PP no es imputable en lo esencial a Company. Adjudicárselo supondría conferirle una proyección pública de la que carece a todas luces. Se ha sostenido que el electorado conservador votaría en Mallorca hasta a la escoba si el PP la presentara. Hubo un tiempo en que pudo ser así. De ser cierto, es época pretérita. Lo que sucede es una competición durísima en el campo de la derecha, donde primero el desvaído Ciudadanos y ahora la emergente extrema derecha de Vox está menguando las fuentes electorales de las que ha bebido el PP. Nos encaminamos hacia las elecciones generales más trascendentales desde las habidas el 15 de junio de 1977. Lo que resulte el 28 de abril percutirá durante mucho tiempo en la vida pública española. El PP de Pablo Casado bracea casi a la desesperada para no ser la mera comparsa que ciertos augures le anticipan. La playa del escenario andaluz es el asidero al que fía su salvación.

Esa situación se ve agravada en Mallorca por Biel Company, de quien uno de sus principales valedores dijo, poco después de contribuir decisivamente a auparlo a la presidencia del partido, para fulminar a José Ramón Bauzá, al que se le ve intimando con Albert Rivera, lo que solivianta al inane Pericay, todavía al frente del Ciudadanos insular, que había incurrido en error más mayúsculo del que les llevó a colocar a Jaime Matas, del que no se pudo pensar hasta dónde le conduciría su desmedida ambición. Company no ha hecho otra cosa más que la de ser él mismo. Cómo se pueden llamar a engaño en el PP si conocían su trayectoria en la presidencia de ASAJA, la organización de los empresarios agrícolas y ganaderos, a la que convirtió en agente del agitprop (agitación y propaganda en el movimiento comunista) de la derecha para, después, en el Gobierno de Bauzá, ser conspirador a tiempo completo, urdidor de tinglados orientados a descalabrar al presidente. Sabiéndolo, los dirigentes del PP procedieron a elevar a Company a la dirección del partido. Estaban sobradamente avisados de lo que podía acontecer. Fue María Salom, de ahí el odio en absoluto fraternal que Company le profesa, la que advirtió a Madrid de lo que acaecía en Palma. El destrozo ha sido monumental. El apaño un disparate que deja en mal lugar a quien Casado deseaba al frente de la lista electoral, Marga Prohens, desairada a María Salom, y nítidamente situado debajo de los focos a Biel Company. ¿Pueden en el PP estar seguros de que será el candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma el 26 de mayo?

Acotación al margen.- Nos hicieron creer que las Fuerzas Armadas eran un ejemplo de profesionalidad, que habían cortado el cordón umbilical que las unía al franquismo. Lo estamos comprobando: cinco generales y un coronel en las candidaturas de Vox. Un manifiesto firmado por centeneres de militares en la reserva a favor de Franco y el golpe de Estado de 1936. Hermoso espejismo.

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