Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Papell

El fin del sorayismo

Otro día habrá que comentar la precipitada marcha de Soraya Sáenz de Santamaría al bufete Cuatrecasas, que debe responder a un reclamo muy tentador cuando no ha guardado siquiera las formas que la ocasión reclamaba, pero hoy lo realmente inquietante es el eclipse en el partido Popular de todo el sector que Soraya representaba, para dar paso al ámbito ideológico que representa FAES. Tan distante del anterior que el think tank del expresidente Aznar se había incluso desvinculado formalmente del Partido Popular para no contaminarse con sus derivas izquierdizantes (para Aguirre, pongamos por caso, Montoro era un peligroso socialdemócrata).

La limpieza ha sido integral, y resulta significativa no tanto por la entidad personal de cada uno de los desplazados, que es lógicamente opinable, cuanto por su salida en bloque, sin la menor contemplación. Han salido de la primera línea los hermanos Nadal, Íñigo de la Serna (quien al conocer el percal fue de los primeros en marcharse al sector privado), Íñigo Méndez de Vigo, José Luis Ayllón, Cristóbal Montoro, Fátima Báñez, José Manuel García Margallo, Fernando Martínez Maíllo (antiguo número tres del partido y supuesto amigo personal del nuevo líder) y Carlos Floriano. En algún caso, como el de Huelva, la sustitución del cabeza de lista saliente (Báñez en este caso) ha sido para incluir a personajes como el controvertido Juan José Cortés, el celebérrimo "padre de Mari Luz", defensor de la prisión permanente revisable y estrella de los reality shows en la telebasura.

Lo grave del caso no es propiamente el cainismo y el sectarismo que impregna a nuestras organizaciones partidarias, prácticamente sin excepción (la historia reciente de nuestros principales partidos no es precisamente edificante), ni la evidencia de que las elecciones primarias, aunque necesarias, no son la panacea que asegure el funcionamiento pacífico lubricado de tales instituciones, sino el hecho de que el partido vertebral de la derecha española, que con Rajoy había ocupado una posición claramente centrista y moderada -no sólo por el temperamento de su líder sino por una evidente decisión positiva, frente al radicalismo ultraliberal del aznarismo y el aguirrismo-, ha optado por virar claramente a estribor. Y lo ha hecho cuando se producía una imprevisible conjunción: la salida de Rajoy de la política, víctima de la corrupción estructural de su partido en la época de Aznar y primeros tiempos de su propio mandato, y el surgimiento impetuoso de Vox en Andalucía. Ambos factores han contribuido a derechizar al PP, en una estrategia de muy dudoso resultado ya que parece lógico pensar que la clientela potencial más conservadora del hemisferio derecho optará siempre por Vox, que es el redicalismo genuino, por mucho que se esfuerce el PP en pisar ese terreno fronterizo.

Lo que vaya a suceder el 28A es obviamente una gran incógnita, y la notable volatilidad de las posiciones contribuye notablemente a la incertidumbre. Con todo, el endurecimiento de la derecha -incluyendo en la denominación a Ciudadanos, que ha optado por afincarse en ese sector y por competir en anticatalanismo y en españolismo con Vox- afectará a la situación en Cataluña, tanto si llega a gobernar, reproduciendo el modelo andaluz, como si se mantiene en la oposición a un gobierno de izquierdas.

La figura elegida por Casado para encabezar la lista del PP catalán al Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, marquesa de Casa Fuerte, representa la posición más dura e intransigente frente al catalanismo (no sólo al nidependentismo), que, de imponerse, enquistaría sine die el conflicto y lo conduciría a un callejón sin salida. Este domingo, el director de La Vanguardia terminaba su billete diario con esta coda: "El 4 de marzo [Cayetana Álvarez de Toledo] empezaba su artículo en El Mundo con esta frase: 'Hoy se reanuda el juicio del proceso separatista, qué felicidad'. Vienen tiempos intensos". No parece que Arrimadas ceda un palmo de terreno ante la competidora popular que le disputará los votos, pero es inquietante que, tras el procés, el conflicto quede en manos de políticos que no creen que este gran desentendimiento siga necesitando lenitivos, grandes dosis de respeto, mucha democracia y una intensa capacidad de negociación.

Compartir el artículo

stats