Lo realmente grave y preocupante de lo ocurrido esta semana tras conocerse que Vox había difundido una falsa paliza a tres chicas por no haberse querido sumar a la reivindicación feminista del 8M no es tanto el error de haber creído inicialmente la mentira, sino el empecinamiento en sostenerlo durante 24 horas, cuando ya era evidente su falsedad, y la airada respuesta de esta formación política contra el medio de comunicación, este periódico, que ha destapado el bulo. Las fake news -noticias falsas- siempre han existido. La novedad que nos obliga a estar especialmente alerta contra ellas es la amplia difusión que alcanzan a través de las redes sociales y el empeño de quien las inventa en mantenerlas como ciertas, ignorando la verdad y centrando sus críticas en el mensajero, los periodistas. Como gran maestro de esta estrategia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Vox Baleares difundió a mediodía del pasado viernes, jornada marcada por la masiva reivindicación feminista con motivo del día internacional de la mujer, que tres chicas habían sido gravemente agredidas en Son Servera por no secundar la protesta. Acompañaban el comunicado con un parte médico, en el que no aparecía la fecha. En tiempos en los que la rapidez se impone como criterio determinante en las redacciones periodísticas, la noticia corrió como la pólvora. Pero tras el atractivo titular, debe haber fundamento y ya en las primeras horas el hecho de que ni Guardia Civil ni Policía local del pueblo supieran absolutamente nada de lo ocurrido hizo saltar las alarmas.

Lo normal, ante una circunstancia así, no es solo que los periodistas se cuestionen la noticia, sino que la fuente de la misma, en este caso Vox, haga lo propio. Sin embargo, no solo no fue así, sino todo lo contrario. Su líder Jorge Campos declaraba en una emisora de radio esa misma tarde que las supuestas víctimas "estaban nerviosas, preocupadas y magulladas" y que les estaban prestando "asistencia jurídica".

¿Asistencia jurídica a quién? Todo era mentira. El parte médico estaba fechado en febrero. No había habido ninún incidente en Son Servera el 8M. Este periódico desveló la mentira el sábado por la mañana, mientras el partido de ultraderecha y sus colaboradores empezaban a arremeter en redes sociales contra quien les cuestionaba. No fue hasta la tarde cuando Vox emitió un comunicado admitiendo el "lamentable error" y culpando de lo ocurrido a una simpatizante, madre de una de las chicas supuestamente agredidas.

El error es humano y nadie está a salvo de cometerlo. Lo preocupante es la magnitud del error y la intencionalidad del mismo. ¿Habría Vox emitido ese mismo comunicado de no haber publicado un periódico que era mentira? ¿O habría preferido callárselo una vez que el bulo había tenido impacto y, sobre todo, había favorecido sus tesis de que el 8M "se dieron múltiples casos de pronunciamientos totalitarios, sectarios y potencialmente generadores de violencia hacia los partidos que rechazan el feminismo radical y sectario", como figura en la nota que hicieron pública cuando se supone que admitían el error? ¿Múltiples casos? ¿Cuáles? Sostenella y no enmendalla. La premisa de que no dejes que la verdad te estropee un buen titular parece haber pasado de las redacciones a algunos partidos políticos, peligrosamente en ambos casos.

La política siempre intenta vender un mensaje a medio camino entre la realidad y la propaganda, pero con un mínimo respeto a los hechos. La campaña electoral que dio la victoria a Trump, la del brexit o determinados eslóganes recientes sobre inmigración o violencia sobre la mujer demuestran que se ha dado un salto cualitativo. Irresponsable y peligroso. Esto no es un combate entre políticos y periodistas, como ha tratado de hacer ver Vox esta semana en Mallorca, sino de un engaño al ciudadano. Para pararlo, se necesitan ciudadanos y electores formados e informados y periodistas inpendendientes y rigurosos.