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Matías Vallés

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Armengol y Font, los únicos supervivientes de la legislatura

La accidentada legislatura autonómica se inició con siete partidos políticos y otros tantos líderes en el Parlament. No alargaremos el suspense. Todos ellos han sido decapitados excepto dos, que casualmente son los más veteranos. A saber, Jaume Font y Francina Armengol. Dado que el pobler ha cambiado de caballo en sus cuarenta años de carrera, la presidenta se erige en la gran superviviente de la política balear, sin variar de aburridas siglas.

Deje a los borrachos de encuestas que escruten sus datos falsos. El índice de supervivencia de Armengol y Font, los únicos que empiezan y acaban la legislatura, aporta un dato crucial para el resultado electoral. Cuando finalice su próximo cuatrienio en el Parlament, la presidenta estará a punto de cumplir 52 años, 24 de ellos como diputada. Dedicación exclusiva a la política autonómica, por mucho que su padre declarara que le guardaba la farmacia.

Se esfuma así la ficción de un plácido cuatrienio. Vayamos con un fugaz recuerdo para los caídos, adjunten la música fúnebre de los Óscar y los Goya. El principal desaparecido sigue siendo José Ramón Bauzá, pero el dicharachero Alberto Jarabo también desaparece de escena. El menos añorado de los decapitados es el ecosoberanista caribeño Biel Barceló, enredado con las mentiras que le abrirían las puertas de Vox. El muy olvidado y casi tan vago según el diario de sesiones, se marchó llorando como Boabdil y su gestión ha sido superada por Bel Busquets. En cambio, la salida del inconformista menorquín Nel Martí supone una pérdida. Con el cultísimo Xavier Pericay de la pataleta póstuma, solo cabe remitirse al Tractatus de Wittgenstein. De quien no hay nada que decir, es mejor no decir nada.

Armengol y Font, por tanto, los únicos políticos de pasado oscuro y futuro radiante. Han mantenido un espíritu juvenil, incluso a la hora de engañarnos. ¿Habrá un beso de final feliz?, ¿podrán gobernar juntos? No, y tendremos que explicarlo para quienes han vivido lejos de Mallorca durante los últimos treinta años. Las derechas con las derechas, y viceversa. La izquierda tendrá que espabilar. No se deje engañar por quienes creen que los taxistas van a votar al PSOE, en agradecimiento a su acobardado decreto-ley contra los usuarios del transporte privado.

Admitiendo que Vox entrará en el Parlament, solo falta decidir si se sustanciará una alianza de la ultraderecha moderada junto a PP, Ciudadanos y El Pi. La respuesta debe ser claramente afirmativa. No se deje cegar por la cuenta de Instagram de Font, que me muestra Ella y que estalla en colores amarillos que eclipsarían a un congreso de independentistas. Si surge la opción, pactará con los neofranquistas, bajo la patraña de que solo ha tratado con ellos por persona interpuesta.

Armengol aspira a ser la más votada por primera vez en la historia del PSOE, pero Font será el más decisivo aunque se convierta en la octava fuerza de la cámara, por debajo de todas las demás. Superar en escaños a los rivales es menos importante que disponer de los asientos que inclinan la balanza. El presidente del Pi negará la alianza con Vox cada vez que se le pregunte, incluso cuando ya la haya firmado.

Y recuerden que ninguno de los presentes ha estado más cerca de Font que su seguro servidor. Lo conozco de la forma en que solo puedes conocer a quien le clavas el codo en las costillas, al mismo tiempo que él procura empotrarte el hombro en la mandíbula, sobre una pista de baloncesto. En cambio, cuesta odiarlo, con la animadversión que todos los políticos y partidos citados en esta página muestran hacia Bauzá.

Pese al consenso en torno al político apátrida, y por mucho daño que Bauzá infligiera a Mallorca, su retrato oficial destapado esta semana parece un castigo excesivo. Su mueca hollywoodiense en esta tabla gótica guarda un parecido razonable con la semisonrisa habitual del inmutable Jake Gyllenhaal.

Reflexión dominical feminista: "Un polvo es cosa de dos". (El mejor eslogan de las manifestaciones del 8M).

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