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Juan José Millas

Tierra de Nadie

Juan José Millás

Un invento portentoso

Veo sin pasión, pues acabo de tomarme un ansiolítico, que el BCE se dispone a inyectar dinero a la banca de la eurozona. El redactor de la noticia califica la inyección de "manguerazo", por lo que me imagino a Draghi rociando de euros las sucursales de mi ciudad vestido de bombero. Al BCE le sobra la pasta porque dispone de la máquina en la que se imprime. El acto podría calificarse también de irrigación o lavativa, ya que tiene un fin terapéutico. Inyección, irrigación, lo mismo da. La ayuda está condicionada a que "las entidades transmitan ese dinero a la economía real". La ausencia de pasión proporcionada por el Valium no me impide comprender el mensaje de fondo:

-Queridos banqueros de la zona euro, el dinero con el que nos disponemos a limpiar sus intestinos es completamente irreal. Carece de respaldo. Podemos imprimir los ejemplares que nos dé la gana sin que nadie nos pida cuentas. Tampoco a Dios se le reprocha que haya guerras. Los teólogos dicen que la presencia del mal en el mundo es un misterio que no podemos comprender porque nuestra cabeza no está a la altura de la del Creador, en el caso de que el Creador tenga cabeza. Draghi tiene una sobre los hombros y esa evidencia les debería bastar por el momento. Vamos a llenar, en fin, una vez más, sus arcas de un dinero que no vale nada. Ustedes, que son los sacerdotes del sistema, están obligados a convertir un simple papel en cuerpo y sangre del sistema. ¿Cómo se hace eso? Concediendo préstamos hipotecarios para que la gente compre casas a precios inflados. En ese paso es donde lo irreal se convierte en real.

Por eso, el BCE nos da el dinero a usted y a mí a través de los bancos y no directamente. En el paso por los sótanos de la sucursal de nuestro barrio, los billetes de veintes euros, que eran meras estampitas, se transforman en dinero contante y sonante con el que se puede adquirir una vivienda, siempre y cuando esa vivienda se halle sobrevalorada. Esta condición no figura en el contrato, pero se encuentra implícita. El sobreprecio está destinado a blanquear la parte de delirio que hay en cada uno de los euros de la irrigación o el "manguerazo". La realidad económica es un invento portentoso.

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