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Jose Jaume

Sesde el Siglo xx

José Jaume

Company cercado por los hoteleros

Los decretos leyes que el Gobierno llevará a la Diputación Permanente del Congreso le han jugado una mala pasada al presidente del PP balear. Biel Company ha sido increpado por los hoteleros

Lo nunca visto: el presidente del PP balear increpado por los hoteleros a cuenta de la oposición del partido conservador a uno de los reales decretos que el Gobierno de Pedro Sánchez quiere convalidar en la Diputación Permanente del Congreso. Que el sector empresarial más identificado con el PP en Balears zarandee verbal y públicamente al atribulado Biel Company, al que el traje de populista (como cualquier otro) le viene grande, no hace sino constatar el desmadejamiento del partido fundado por el ministro de la dictadura franquista Manuel Fraga, refundado por José María Aznar y hoy dirigido por Pablo Casado, que dice que los socialistas, en las Cortes de la Segunda República, se opusieron a conceder el voto a las mujeres. Fueron 80 diputados del PSOE los que respaldaron la iniciativa de la liberal Clara Campoamor, con una derecha ausente y unos liberales que votaron en contra. Casado miente a sabiendas casi siempre; en otras evidencia su ignorancia de la historia de España.

Lo que le ha acaecido a Company en Berlín con los hoteleros mallorquines, que con escaso disimulo están poniendo sus complacencias y algunos el dinero en Vox, es un síntoma más del nuevo esquema político que ha aflorado con fuerza. El PP ha dejado de ser el partido que unificaba a las derechas hispanas. A la derecha del PSOE estaba el PP. En la llamada derecha extrema, eufemismo para no hablar de extrema derecha, seguía estando el PP. Los réditos electorales eran considerables. La situación ha dado un vuelco espectacular: tres partidos acampan en los fértiles campos de la derecha, en el que pueden darse eventualidades como la que les ha llevado a obtener la mayoría parlamentaria en Andalucía, donde el desestimiento de la izquierda ha sido clamoroso. PP y Ciudadanos han quedado cegados por el presunto espejismo andaluz, estableciendo que el resultado habido al sur de Despeñaperros iba a reproducirse en todos los territorios de las Españas, salvo en las excrecencias de Cataluña y País Vasco. Pedro Sánchez, aprovechando la estulticia del nacionalismo catalán, ha cambiado el guion: al convocar antes que las autonómicas y municipales las elecciones generales ha pillado a contrapié a las soliviantadas derechas, que empiezan a avizorar que no está tan al alcance de la mano la obtención de un nuevo tripartito. La furibunda reacción ante los decretos leyes anunciados por el Gobierno es la prueba de que las cosas no salen como esperaban. De ahí que Pablo Casado haya ampliado su feraz catálogo de insultos e improperios dedicados a Pedro Sánchez, incorporando el de mafioso.

No puede sorprender que el PP de Mallorca viva en un sinvivir aguardando lo que le depararán las urnas del último domingo de mayo, cuando se decidirá quién ocupa el Gobierno balear y el ayuntamiento de Palma, entre otras instituciones insulares y locales. Company y los suyos se aprestaban a intentar llegar con una cierta ventaja para imponer condiciones a Ciudadanos y Vox. Los primeros se han acotado el terreno a sí mismos al descartar el inexistente Xavier Pericay un pacto con el PSOE. Los segundos son impredecibles, pero con Jorge Campos no caben especulaciones. Queda de por medio El Pi, ese sí insondable, pero de reconocidas querencias hacia las derechas, su cobijo natural.

Todo se trastoca al estar por delante las elecciones generales, porque si el PSOE obtiene la suficiente ventaja para formar gobierno y hoy (hoy no es mañana) parece que así puede ser, la ecuación se despeja de otra forma a la de si las elecciones autonómicas y locales no fueran una suerte de segunda vuelta de las legislativas. Es una situación endiablada; para el PP resulta especialmente desasosegante. Ver a Biel Company increpado por los hoteleros con cara de no entender nada es sintomático. Jamás pudo pensarse en tal pandemónium.

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