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Para empezar

Cuernos políticos

Los partidos políticos deberían ser como las selecciones nacionales. Una vez que has debutado con uno no puedes jugar con otro. Claro que eso iría en contra del principal leitmotiv de buena parte de los políticos: mantenerse eternamente en la silla para conservar el estatus de sus cuentas corrientes. Y si para ello hay que cambiar de partido, pues se cambia. Sin complejos. Si no los tienen ya ni las tránsfugas ni quienes les abren los brazos (tránsfuga es, siempre y únicamente, el que se marcha de tu partido y no el que viene a él porque ha visto la luz) los van a tener quienes ponen los cuernos políticamente hablando. Ya lo decía el buen amigo Groucho: «Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros». Y no sólo cambiar de partido. Si para mantenerse en el cargo hay que traicionar esos principios, pues se traicionan. Y sin asomo de rubor. Como esos políticos que defienden a capa y espada la educación pública y que luego llevan a sus hijos a colegios e institutos privados. O aquellos que toda la vida han hablado en catalán y que ahora pretenden arrinconar su propia lengua. Puede que parezcan idiotas y hablen como idiotas, pero no dejen que eso les engañe. Realmente son idiotas. Palabra de Groucho Marx.

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