Un año atrás, el semialcalde de Palma limitó tímidamente la plaga del alquiler turístico en su ciudad. Nos adelantamos entonces al aplauso unánime de la prensa internacional, con un artículo bajo el título de Bien jugado, Noguera. Ignorábamos que el primer edil había programado una ridícula querella en su contra que por fuerza tiene que haber inspirado, porque no puede interpretarse de otra manera este favor en plena campaña electoral. Lástima que el candidato de Més no extendiera sus restricciones a las plantas bajas con medianera, con lo cual estaría hoy imputado por rebelión y sedición, con una prisión preventiva que le garantizaría la reelección.
Por tanto, el único titular posible es Bien jugado, Noguera (y II). Por si la querella preelectoral no fuera suficientemente cómica, a continuación interviene Marga Duran, chillando que el alcalde debe dimitir por haber obedecido el mandato de sus ciudadanos. Lo declama una concejala a quien su propio partido considera inservible para la función que desempeña, porque el PP ha premiado sus cuatro años de oposición con la proverbial patada. Cada vez que se critica a la izquierda, habría que reservar unas líneas para contemplar la alternativa, suerte que esta vez contamos con un teniente general en la reserva.
Enhorabuena pues a Noguera, por un respaldo inesperado que mejora sus expectativas. El mejor alcalde de Ciutat fue juzgado por una prevaricación no corrupta, y ese lance consolidó su leyenda. Autorizar el alquiler turístico salvaje en Palma hubiera sido una decisión criminal, pero ahora resulta que denunciar su nocividad también debe ser perseguido penalmente, una inducción a la prevaricación tan delictiva como votar un referéndum o sostener que los cruceros contaminan. En conclusión, habrá que imputar a toda prisa a los 6.076 palmesanos que exigieron a Cort el respeto a una ciudad habitable.
