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La frase de Pascal

La historia del pensamiento está repleta de frases célebres que han funcionado y siguen funcionando como eslóganes. Citas o sentencias que han gozado de éxito. Tan es así que tales fórmulas exitosas a menudo ocultan o dejan de lado toda una obra filosófica, científica o literaria. De hecho, nos da pereza indagar en la obra de tal o cual pensador y vamos tirando de lo fácil, de esa frase que lo hizo famoso. De esta manera, la famosa cita de Blaise Pascal, "la mayoría de los males les vienen a los hombres por no quedarse tranquilos en casa", nos puede sonar a ocurrencia excesivamente defensiva o conservadora. En verdad, son frases que pueden darse la vuelta y ser igualmente eficaces, sólo que a la inversa. Sin embargo, la cita del pensador francés atesora una gran sabiduría, la de los quietistas. Hay que recordar que Pascal, un poco harto de la sociedad parisina, optó por frecuentar única y exclusivamente a los ermitaños jansenistas. La frase, también, puede ser una justificación de su mala salud. Mejor quedarse en casa que andar por ahí expuesto a los peligros de la calle y a las tentaciones de la sociedad.

Pero salgamos de Port-Royal y aterricemos en la actualidad, rabiosa como es habitual en ella. Viajar, en muchos casos, se ha convertido en una experiencia desesperante. Que se lo digan a esos pasajeros de Ryanair que estuvieron sometidos a una larguísima humillación en la pista nevada del aeropuerto de Praga. Tratados más o menos como ganado vacuno. Cuando uno se encuentra en este tipo de situaciones, suele pensar en la frase de Pascal o, por lo menos, llega a una conclusión muy similar, eso sí, después de haber maldecido y puesto conveniente y justamente a parir a los responsables de la puñetera compañía aérea. En estos casos, es muy recomendable hacer un buen uso del nutrido y amplio diccionario de tacos español. Queda uno muy aliviado y liberado tras haber encadenado una ristra de maldiciones y blasfemias. La frase de Pascal, o una muy parecida, también puede acudir a nosotros cuando nos hallamos inmersos en un monumental atasco, de esos que suelen producirse en la vía de cintura, con excelentes e envidiables vistas a la Serra de Tramuntana. La palabra overbooking es ya una expresión manida, incluso da para un documental que narra las virtudes de estar apretadito en esta isla de ensueño/pesadilla.

Somos muchos, demasiados que nos movemos sin parar, que viajamos, que nos molestamos, que nos odiamos. Pascal, casi con toda seguridad, no concibió la frase que nos ocupa pensando en este tipo de contratiempos y sinsabores. Cuando el periodo vacacional puede convertirse en un auténtico suplicio, en un trabajo mucho más penoso que el empleo de cada cual. Para cumplir con la frase pascaliana se requiere, sin duda, serenidad y mucho temple, una vida interior muy bien amueblada, un saber estar a solas consigo, una indudable fuerza mental y un ir depurando necesidades que comenzaron como caprichos y con el tiempo se han convertido casi en derechos. Somos muchos, cada vez más y, encima, estamos aquejados de hiperactividad. Es cuando, de repente, tomamos conciencia del agobio y nos entra la agorafobia y sólo soñamos con regresar a casa para ponernos a salvo de nuestros semejantes.

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