Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Baleares en el corazón

Hay vivencias que se sienten cohibidas al pronunciar la palabra tiempo... Con el anteojo de larga vista descubro que el transcurso de nuestra existencia es un movimiento encaminado a la duración. De la defensa de dicho movimiento se trata la vida. Sí, aprender a descubrir que los tiempos adversos son señales inequívocas de cambios, la adversidad encuentra la claridad explorando el cielo en una noche de luna.

Las personas incultas ocultan su frigidez en la risa, todo lo que no comprenden les hace gracia, prefieren la sonora carcajada al pensamiento silencioso. Hace años, bastantes años, con mi corteza demasiado tierna por la juventud, me marché a un lugar apartado de toda coartada hipócrita, allí no era necesario demostrar nada; todos eramos tiempo dentro del mismo verso y nota dentro de la misma canción. Algunos se reían de nosotros, otros nos llamaban desgraciados, pero no nos importaba mucho, con destreza seguíamos emborronando páginas cubiertas de utopía y sí, quizá estábamos un poco locos, pero que nos quiten lo "bailao".

Si les digo que aprendí lo que es la puntualidad observando a La Joven Dolores...

No, no les hablo de una mujer, les hablo del primer barco interpitiuso, el mismo que durante muchos años cruzó el estrecho de Es Freus.

Los viajes a bordo de La Joven Dolores eran únicos: grandes reuniones, grandes acontecimientos, algún parto, y muchas vivencias, todas maravillosas. Recuerdo con melancolía el día que conocí a Mike Oldfield, ahí estaba él, mirando el mar desde la cubierta y absorto en sus pensamientos. Me acerqué, me puse a su lado en silencio, le ofrecí un cigarrillo y comenzamos a hablar. De una conversación nació otra, y otra, después la cosa pasó a mayores, a mayores grados de cercanía, y terminé en su casa frente a Es Vedrá tomando café y pidiéndole una entrevista...

Creo que me estoy haciendo mayor, le empiezo a contar al presente cosas del pasado; los recuerdos me invitan a cenar con ellos con mucha insistencia y me ofrecen "alimentos" sin moderación. Ser mayor es aceptar que nuestra descendencia tiene nuestro relevo...

"Gimiendo por ver el mar,

un marinerito en tierra

iza al aire este lamento:

¡Ay mi blusa marinera;

siempre me la inflaba el viento

al divisar la escollera!"

Rafael Alberti.

Compartir el artículo

stats