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Bernat Jofre

Otra mirada a Venezuela

A nadie se le escapa que de continuar en el poder, el chavismo debe rectificar bastantes políticas económicas del pasado e iniciar una real apertura al resto del mundo

Palacio Miraflores, Caracas. Sede de la presidencia de la República de Venezuela. Pese a todo, Nicolás Maduro se encuentra cómodo: en estos momentos es entrevistado por uno de los periodistas más célebres de España.

Su entrevistador sigue preguntando obviedades. Hasta que comete un error: menciona a la comunidad internacional. Maduro suelta, triunfante, su perorata: "¿Relaciones internacionales, dice? Mire usted, imagine que el Parlamento de Venezuela se reúne en magna sesión y exige una solución para el problema catalán en ocho días. Si no es así, reconocerá la República de Cataluña". Évole da un respingo de su mullido y cómodo sillón. El mandatario continúa: "No me hable de diplomacia en esas condiciones: es el regreso del imperialismo puro y duro".

Tocado, el catalán pone cara de póquer: ahora ya sabe que quien lo desee va a tener muy difícil el sacar por las buenas de la jefatura del Estado a su risueño anfitrión. El cual es muy consciente de que la población ya habla de defectos y a micrófono abierto de defectos en el bolivaniarismo. Pero también juega con la baza de que es gracias a ellos, los chavistas, que tienen acceso a la salud pública, están censados y -sobre todo- las clases menos pudientes están teniendo al fin acceso a la universidad, reservada tradicionalmente a las élites nacionales.

Ciertamente, gracias a la Misión Robinson de alfabetización Venezuela pasó de ser uno de los países más retrasados de Latinoamérica a ser proclamada por la Unesco "territorio libre de analfabetismo" (año 2005).

Por mor también de la venta de hidrocarburos, se pudo sufragar la Misión Barrio Adentro de universalización de la sanidad, provocando que las grandes corporaciones sanitarias venezolanas se quedasen sin una parte importante del pastel farmacológico de la nación.

El mismo petróleo que sufragó la Misión Mercal de suministro de alimentos de primera necesidad a bajo precio para las clases más humildes. Criticada por ser más caridad que incentivo, lo cierto es proporcionó sustento a capas muy necesitadas de la población. Frente a estos logros, errores diplomáticos de bulto y un lenguaje de otro tiempo que han aislado a la nación.

Con un líder opositor sin demasiado carisma -aún hoy es discutible su pervivencia en el candelero más allá de las posibles elecciones-, esta cierta aura de provisionalidad es la que le hace cometer ciertos errores estratégicos. Entre ellos, el de depender en demasía de peligrosos socios políticos, muchos y poco avenidos entre ellos.

Los cuales esperan el probable desgaste de su joven conmilitón y poder recuperar el poder para las antiguas familias conservadoras del país: Santaella, Capriles, Trebbau, Herrera de la Sota, Klisans...y obviamente, Benacerraf y Cisneros. Nada de cierto volumen y nivel se puede mover en Caracas sin la bendición de las dos últimas. Todas las anteriormente citadas, con un nexo en común: haber enviado cachorros al elitista colegio San Ignacio, de la Compañía de Jesús.

Hay una gran diferencia entre la Venezuela de Chávez y la de Maduro. El primero tuvo dinero a manos llenas para llevar a cabo su complejo programa de reformas económicosociales, culminadas en las "misiones" de 2003. Con el petróleo a un precio aceptable. El segundo siempre ha comentado que recuerda perfectamente el día en que el rey Abdalá de Arabia Saudita empezó a bajar artificialmente el precio del crudo mediante overproducing aduciendo querer acabar con los productores de fracking norteamericanos. Nadie negaba las razones del monarca saudita, pero en Venezuela tuvieron muy claro de dónde podía haber salido tal iniciativa.

Efectivamente: en una entrevista concedida antes de su muerte, David Rockefeller -fundador de la Comisión Trilateral, antiguo miembro del Club Bilderberg y conspirador nato en favor de la supremacía financiera a nivel mundial- reconocía que la acción saudita había sido una "buena idea" para "dejar sin aparente recorrido a las revoluciones bolivarianas y a la peligrosa Rusia de Putin". Teniendo en cuenta que en la Trilateral se sientan todas las casas reales del Golfo, la conexión está presuntamente más que servida.

Hablar de Venezuela sin mencionar a la familia de financieros y políticos noerteamericanos es como hablar del país sin el Orinoco. Después de que en 1910 Theodore Roosvelt y el dictador Juan Vicente Gómez pactasen la entrada de capital norteamericano en el país, el lago Maracaibo se llenara paulatinamente de torres de Standard Oil -luego Exxon-, la petrolera familiar.

Otros tiempos. Hoy en día los traders especializados en petróleo se encuentran por todo el mundo. Pero el chavismo cree tan sólo en una plaza: Shanghái, capital económica del colonialismo del siglo XXI, el chino. Puede que la suerte del bolivariato se decida preferentemente en el parqué del Mercado de Futuros de Hidrocarburos de la Bolsa de Futuros de dicha ciudad y no en las calles de Caracas.

También por ese pequeño atisbo de esperanza en el pronunciamiento de Guadió, hecho con ciertas prisas, sin contar con el ejército y por tanto más voluntarista que otra cosa. La dependencia de los EE UU se plasmaba en el descuido intencionado del John Bolton, asesor de Seguridad Nacional en la Casa Blanca cuando se pudo leer en la contraportada de su carpeta: "5.000 people in Colombia". Y que el presidente Trump haya bloqueado todas las cuentas del Banco Nacional de Venezuela en territorio estadounidense, así como la prohibición expresa de compra y refine de crudo "chévere". Para que el mallorquín pueda entender el drama humanitario que eso significa, es como si la UE prohibiese el acceso de turista alguno al archipiélago balear.

No obstante a nadie se le escapa que de continuar en el poder, el chavismo debe rectificar bastantes políticas económicas del pasado e iniciar una real apertura al resto del mundo. Posiblemente con una mayor seguridad jurídica, talón de Aquiles del actual bolivarianismo en el poder.

Como también que -si como parece- hay una transición a un régimen económico capitalista, sus futuros gobernantes deberán ser muy conscientes de los derechos que ha adquirido y empezado a apreciar la ciudadanía. Haciendo especial hincapié en los derechos de la mujer, que de vulgar moneda de cambio ha pasado a ser miembro muy activo de la sociedad venezolana.

Sea como sea, se avecinan cambios importantes en el país caribeño. Esperemos que en paz.

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