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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

La desafección política y los partidos

En la cultura política de los países democráticos coexiste un extendido sentimiento de desconfianza hacia la política, los partidos, los políticos profesionales, y sus equivalentes instituciones y organizaciones. Entre los factores que podrían explicar esta paradoja figuran los cambios sociales que han erosionado la identificación de los ciudadanos con los partidos; así como la frustración ante los resultados de la política como consecuencia de la incapacidad de garantizar un modelo económico de crecimiento estable por parte de las principales fuerzas políticas, incluidas las 'nuevas'. Añadiéndose un factor adicional: los cambios sociales han complejizado también el proceso de agregación de preferencias, y los partidos políticos se enfrentan a la difícil tarea de compatibilizar la resolución de los problemas generales con la satisfacción de demandas particulares. Tal desafección se concreta en la desconfianza en las instituciones, teóricamente representativas y participativas, que muestra su máxima expresión en los procesos electorales.

En esta segunda investigación de la serie Caminant cap a les eleccions se afrontan los niveles de confianza/desconfianza en nuestras instituciones democráticas de ámbito nacional y de ámbito propio. Desafección generalizada, cuyos resultados pueden consultarse en Quaderns Gadeso 357: 'La (des)confiança en les institucions' (gadeso.org). En estas líneas únicamente voy a referirme en identificar las causas de tal desafección; y más concretamente en la valoración de los partidos políticos a menos de cuatro meses de las elecciones autonómicas, municipales y europeas.

La continúa aparición de casos de corrupción es considerada para un 63% de los ciudadanos como la causa principal de la desafección, lo que supone un ataque a la línea de flotación de la confianza. Es cierto que no todos los políticos son corruptos, pero es una idea que se ha extendido entre la población y que en gran parte provoca esta animadversión. En segundo lugar hay que destacar la brecha percibida entre los representados y los representantes que parecen vivir a sociedades distintas y no sufrir los mismos problemas; seguido del mal funcionamiento del sistema de partidos, que hace que para cualquier cargo público sea más importando la obediencia a la cúpula de la formación que el compromiso adquirido con el electorado. Y, como no podía ser de otra manera, la 'falsa' salida de la crisis también afecta significativamente a la desafección política e institucional.

Un 68,3% resalta la falta de credibilidad de los partidos políticos. Un 25% consideran que "No luchan contra la corrupción" (25,2%), no olvidemos que en nuestra comunidad,después del empleo inestable y la dificultad de acceso a la vivienda, el tercer problema es "la corrupción" relacionada con la clase política (Quaderns Gadeso 352). A su vez un 22,1% considera que los políticos hacen uso de las "puertas giratorias" (un buen empleo en empresa pública o privada una vez finiquitado su cargo político). Un 20% considera que "los partidos no representan a los ciudadanos", suma y sigue. Las opiniones negativas recaen no sólo en los partidos que han ocupado el poder en las instituciones nacionales y/o autonómicas, sino también en los partidos "nuevos" (Cs, Podemos).

El tema no es baladí. Los partidos políticos son las organizaciones que, mediante el voto articulan la representación ciudadana en las instituciones democráticas Y por lo mismo es preocupante la indefinición de un porcentaje de hipotéticos votantes que no tienen decidido si van a votar, y en caso de hacerlo a favor de que opción política. Tal desafección conlleva la aparición y relativo auge de los partidos de talante populista, ofreciendo recetas simples, salvavidas en quienes confiar, y enemigos "identificables" como causa de todos los males.

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