Pepu Hernández parece el revés de Pedro Sánchez. Se marca un rostro fruncido, frente a la tersa geometría facial de Sánchez, al lado del que parece bajito. Nunca se ha metido en política, ni debe de saber de ello, mientras Sánchez es política pura (su biografía no tiene otra cosa dentro). ¿Lo ha elegido como contrafigura?, ¿es un homenaje a su propia pasión baloncestista?, ¿o será un golpe en la mesa, plantando cara a la tristísima ejecutoria del PSOE madrileño de los últimos demasiados años? Todavía hace días pensé que era un globo sonda, y en cuanto empezara a llover Sánchez diría que, bueno, mejor que la base decida; sin embargo, ha hecho la jugada tan a fondo, apostando su capital, que si hay batalla será ya contra él mismo. Sánchez es jugador de riesgo, con subidas suicidas a la red, hecho a que el contrario se arrugue. La cabeza de Pepu es un trofeo, para el que se juegue la suya.
