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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Bauzá se va a la guerra de Gaza

Para una vez que Biel Company se mete en harina cultural, se lleva una ráfaga de fuego amigo. Algo tan básico como felicitar a un paisano por ganar un Goya es considerado traición a la derecha de la derecha

Estábamos al tanto de que España es un país de entrenadores de fútbol que saben muy bien cuándo hay que jubilar a Casillas, de ingenieros de minas que rescatarían niños de los pozos con un palo y una cuerda, y de periodistas que no entrevistarían nunca a Nicolás Maduro como hizo el domingo Jordi Évole en La Sexta. Ahora resulta que España es también, desde el sábado, un país de productores cinematográficos que llevarían la vida del marino vasco Blas de Lezo a la pantalla grande y reventarían la taquilla, porque esa figura sí que encarna el nacionalismo hispano en boga, y no los personajes blandengues del actual cine español. Que la última polémica cultural de este país verse sobre dicha idea peregrina del testosterónico líder del partido de ultraderecha cuyo apelativo Pedro Almodóvar se negó a pronunciar sobre la alfombra roja de los Goya (lo que no se nombra no existe) dice mucho de la calidad de nuestras polémicas culturales. Pues hala, que coja el jinete de la Apocalipsis los fondos iraníes que le sobraron de montar su engendro cavernícola y financie el biopic del almirante; como suele, no estará arriesgando su propia pasta. No creo que Javier Bardem se preste a darle vida, y Antonio de la Torre anda bastante liado. Pero el incombustible Arturo Fernández tiene la agenda libre, después de tachar de su lista de ciudades visitables con su último espectáculo todas las gobernadas por Podemos (a Palma viene en mayo, debe estar seguro del resultado electoral). Si necesita figurantes para la tropa de la batalla de Cartagena de Indias o, mejor aún, para el sitio de Barcelona, por aquí tenemos a un patriota con mucho tiempo libre desde que dejó la poltrona pública. Se llama José Ramón Bauzá y nunca elude un buen cuerpo a cuerpo.

Resulta difícil de entender que un personaje retirado de la escena política como el ex presidente del Govern y ex alcalde de Marratxí consiga desestabilizar con sus chorradas al PP local, que aún se postula como la única alternativa sólida para captar el voto conservador pero cada vez resulta menos creíble en dicho papel. El último encontronazo ha venido a cuenta de la enhorabuena del candidato Biel Company al cineasta mallorquín Carles Bover, ganador de un Goya por su corto Gaza. Acusado de antisionista y proterrorista por felicitar a su paisano, el pobre Company ha tenido que enredarse en justificaciones para explicar un gesto básico de educación. Seguro que ni ha visto el corto, ni distingue Gaza de Guadalajara, ni le importa un pito lo que pasa en la franja, o en todo el Oriente Próximo, pero se sumó a la euforia general ante el logro individual objetivamente importante de un joven talento isleño y se ha topado con el gran aguafiestas. Bauzá, el hombre que concitó la mayor aversión colectiva que se recuerda por estas islas, expresada en la masiva manifestación contra el TIL, y que hundió a sus siglas en las últimas elecciones hasta el punto de dar paso a un Govern de izquierdas, ahora se ha transmutado en observador internacional desde las redes sociales. Se le escucha como al oráculo de Delfos después de romper su carnet y lo que aún resulta más incomprensible, se le responde aunque sea para meterse en un lío. Con semejantes estrategas coetáneos, no es de extrañar que los conservadores añoren a Blas de Lezo. Por no hablar del glorioso cine mudo.

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