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Carmen Pérez Novo

El dolor de la infidelidad

Parece que un cierto grado de pereza erótica afecta a las parejas españolas. Al menos eso es lo que se desprende de la encuesta hecha pública hace unos días, y que realiza cada año una multinacional británica fabricante de preservativos, según la cual, el número de relaciones sexuales/año ha ido disminuyendo de manera significativa desde el 2004. Ahora bien, ¿es posible cuantificar los actos amorosos? Porque, según los expertos en estos temas, cada pareja tiene unas necesidades concretas, que varían según el estado físico, trabajo, preocupaciones, edad, tiempo de convivencia... En fin, que no hay una norma fija en cuanto a cantidad. Ahora bien, sí existe en lo referente a la calidad, y toda relación sexual que se precie debe estar basada en el afecto, cariño, consideración y confianza. Y, por supuesto en la fidelidad. Y en este punto, no parece que salen las cuentas.

Porque, aunque en las culturas occidentales se desaprueba la infidelidad, según una encuesta realizada por el portal www.citylogo.com, el 43% de los varones y el 38% de las mujeres, ha sido infiel en algún momento. Motivos: rutina, falta de cariño, insatisfacción sexual. Causas: pues en parte se le echa la culpa a que las parejas están demasiado ocupadas con el trabajo, los niños y otros compromisos, y la vida sexual queda relegada a último término. Y eso, tarde o temprano resquebraja la relación.

Consideran los antropólogos que la sexualidad humana es un sistema muy poderoso de vinculación y necesario para la estabilidad de la pareja. Según la terapeuta Michele Weiner, sin relaciones sexuales satisfactorias esa unión corre peligro. ¿Es por eso por lo que tantas personas intentan complementar esta falta con las aventuras amorosas? Pues parece que sí. Y de qué forma. Según una encuesta hecha pública hace unas semanas, los lugares preferidos por los españoles para la práctica de estos escarceos son: el coche (65%), la playa (39%), los lavabos (40%) y el parque (un 38%). Imaginación, desde luego no falta en nuestro país. Pero sí seriedad.

Porque los líos amorosos, aparte de estar mal vistos, tienen sus riesgos. Generan malentendidos. Y demasiado sufrimiento, ya que, casi de forma inevitable, el engaño acompaña a la infidelidad. Y eso es difícil de asimilar. Toda comunicación que se precie, entre dos personas, tiene que estar basada en la confianza y, prescindir, de trabas y mentiras. De otra forma, solo se obtiene negatividad, dolor y tristeza.

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