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Matías Vallés

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Mery Perelló de Nadal arrincona a Letizia Ortiz de Borbón

Mallorca tiene dos Reinas y ninguna se llama Letizia. En la proclamación de Mery Perelló de Nadal como nueva soberana, ¡Hola! no solo pretendía situarla a la altura de Sofía de Grecia y Mallorca, la principal corresponsal de la revista. En la portada que hoy nos ilustra, se añade la voluntad de postergar a las dos personas más odiadas por la madre de Felipe VI. A saber, Letizia Ortiz de Borbón y Juan Carlos de Borbón, por este orden. Y eso que el "amigo entrañable" de Corinna es todavía más íntimo del tenista.

A propósito, cuando se crucen por las calles de Mallorca con la octogenaria griega y no sepan cómo dirigirse a ella, recuerden que "no soy la Reina Emérita ni la Reina Madre, soy la Reina Sofía". Qué carácter. De ahí que su publicación oficial y biblia de la vida social entronice a la mallorquina Mery, en tanto que la antimallorquina Letizia se ve reducida a una esquina inferior en su calidad de comparsa, dentro de una portada ajedrecística que supone el sacrificio de la reina roja.

Recuerden dónde leyeron antes que Xisca quería ser Mery, y ha cumplido su sueño. Era notorio que Rafael Nadal supera en importancia al Rey. La revista ¡Hola! que compro cada semana sin excepción porque ninguna otra publicación cumple con fidelidad pareja su cometido, ha colocado a la novia a la altura de Irene Montero, hablando de familias reales. Y antes de escandalizarse, responda a esta pregunta con la mano en el corazón, ¿preferiría una invitación con los Nadal Perelló o con los Ortiz Borbón?

Ya sabemos que la oposición de izquierdas del pueblo de Robert Graves ni se enteró de Petit Deià, el proyecto urbanístico más repugnante de Mallorca. En la misma legislatura progresista, tampoco los opositores de Andratx supieron de la tramitación del mayor complejo hotelero de Balears en Camp de Mar. Como decía Oscar Wilde, "perder un padre puede considerarse una desgracia, pero perderlos a ambos suena a descuido". Y no sé por qué les adjunto aquí que el concejal corrupto de Cort cobraba un piso por cada cincuenta que autorizaba.

Revisen las imágenes cuidadosamente. Siglo XXI, año 2019, carreteras de Mallorca. La tecnología permitiría enviar una señal a cada automóvil, indicándole la velocidad máxima en su salpicadero y prohibiendo electrónicamente que la superara. Pues bien, unos operarios con monos siglo XIX cargan con unos pesados discos metálicos, en los que figuran los dígitos 90. Desatornillan otros primitivos armatostes, que llevan impreso el 100. Reemplazan una placa por otra, vuelven a atornillar manualmente las señales a los postes, sin más propiedades lumínicas que el antediluviano "reflectante". Y a esto lo llamamos seguridad vial. No es raro que la gente se mate en la carretera.

Se perfilan los detalles del restaurante de Martín Berasategui y sus diez estrellas Michelin en Mallorca. Para rematar el objetivo de atrapar en las redes de la cocina de élite al público volandero inglés y alemán, se baraja un enclave próximo a Son Sant Joan. Y más concretamente, en el entorno del legendario Es Fogueró. No es el único proyecto mallorquín del donostiarra, pero el otro precisa de la colaboración pública, ay.

Sigo con fruición el juicio al cardenal Barbarin, por los ya habituales abusos sexuales de miembros de la Iglesia. En el banquillo falta el cardenalicio jesuita mallorquín Luis Ladaria, amparado por el Estado Vaticano "porque la Santa Sede se acoge al principio de inmunidad que el derecho internacional reconoce a los agentes públicos por actos llevados a cabo en nombre del organismo soberano". Supongo que personajes así se van al cielo, pero no compartirá el edén de los niños degollados por Herodes, aunque seguramente hay un paraíso VIP donde impera "la inmunidad penal ratione materiae, por los actos realizados en nombre del Soberano". Que es Dios, si no me he descontado.

Reflexión dominical preposicionada: "Vale más caer en la provocación que caer por la provocación".

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