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Lo que empieza, acaba o se transforma

Lo recordaba el recientemente fallecido Jorge Wagensberg; así ocurre en cualquier acontecer y las opciones políticas son buena prueba. Desde sus derivas ideológicas hasta los rifirrafes entre los líderes del mismo Partido, o la argumentación oportunista para desacreditar al otro, son siempre las circunstancias quienes marcan la deriva y, para los unos o sus contrarios, cabe aplicar sin temor a equivocarse los versos de Pedro Salinas: "€que la forma posible de estar juntos / es una despedida larga, clara. / Y que lo más seguro es el adiós".

Los encontronazos en Podemos entre Iglesias y Errejón o los abandonos, desde Bescansa a Espinar, ejemplifican rupturas llamativas y siquiera en el primer caso se diría que, al igual que en otras formaciones, el nunquam duo, regla entre los seminaristas, puede sin duda aplicarse a un poder compartido que acaba por enfrentar a quienes lo detentan. Todos muestran parecido perfil conforme sus criterios se asientan y se diría que, como sucede con algunas parejas de inicialmente enamorados y sugiriera Jules Renard, lo que les place les place siempre menos que les disgusta lo que les disgusta, sin que cambien tal vez sus convicciones sino el uso de las mismas: sea para incrementar la audiencia, sea con la intención de subrayarse y, si fuera posible, beneficiarse de ello.

Individualmente, ahí tuvimos a Casado zancadilleando a Soraya para hacerse con la vara, Susana Díaz y Pedro dándose de coscorrones mientras los barones, desde García Page a Puig o Lambán, siguen esperando a verlas venir. Colectivamente, Vox pillando del PP, Cs de donde puede y, a izquierda y derecha, luchas internas y demagogia para la galería mientras ellos se transforman a tenor de cada coyuntura. Apelando a la inteligencia, de haberla, o al entusiasmo (como se sabe, no suelen coexistir) para crecer, si no como colectivo, a título personal y haciendo de la unanimidad, conforme discurre el tiempo, una imposible quimera que deja al descubierto esos baudelerianos amores descompuestos.

Cabrá reparar, como una prueba más de los codazos entre antiguos amantes, en las tensiones entre Partidos que defienden -cada quién a su modo- la independencia catalana. La Crida no descarta otra DUI por más que ERC la considere inoperante, y esa misma Crida Nacional podría en un próximo futuro dividir al PDeCAT aunque los voceros lo sean de ambas facciones, pese a lo cual, su líder Puigdemont no tiene empacho en utilizar un Tribunal Constitucional sobre el que en años pasados se vino haciendo aguas mayores, para intentar apuntalar su estatus aunque ello implique poner en un brete a los hasta ahora correligionarios.

Al iniciarse las andaduras de siglas y líderes, parece que todos hubieran decidido construir juntos (eso es un matrimonio en Corazón tan blanco, la novela de Marías) el relato de sus vidas: como Romeo y Julieta, Abelardo y Eloísa€ Sin embargo, no hay amor que cien años dure. Ni cuatro, vistos los desplantes entre Rajoy y Aznar, Soraya con Cospedal, el efebo Íñigo respecto a los de su cuerda hasta ayer o ERC frunciendo el ceño ante JxCAT. Y si algunas posiciones anticipan la ruptura de no haberse aún producido (ya ha sucedido en Podemos, o en IU con Llamazares), otras veces los desencuentros y fracturas mudan en fagocitosis: devorar al vecino con quien se sintonizaba, en un remedo de Saturno y su hijo.

Así sucedió con Podemos (¡de nuevo Podemos€ irnos a tomar viento a no tardar!, podrían concluir en su próximo Vistalegre) y su pretendido sorpasso al PSOE aunque acabara en fiasco, pero no así por lo que hace a IU, a la que engulleron cual Moloch redivivo, dejando al ingenuo Garzón de convidado de piedra y sólo autorizado, por el ególatra del casoplón, a permanecer tras él moviendo afirmativamente la cabeza.

Y por seguir entre abandonos y absorciones, ahí tenemos al ex presidente y ahora ex senador Bauzá, en trance de ser alimento para Vox aunque, dado el talante del farmacéutico, no sería de extrañar que fuese al poco regurgitado y, como cualquier alimento perecedero, pase a ser únicamente abono que justifique las interpretaciones antes descritas.

Lo que es patente, sean luchas intestinas o pactos para llenar los intestinos de los eventuales machos alfa, es que no hay derrotas ni victorias definitivas. La Historia demuestra, sin necesidad de remontarse al siglo pasado, que nadie sabe a medio plazo lo que es bueno para él ni tampoco para la ciudadanía a la que todos dicen querer mimar. Sí sabemos, por seguir a Canetti, lo que sería mejor, aunque implementarlo con los que nos vienen tocando en suerte, incapaces de combinar fe y razón, sea empresa imposible. Y así nos va, repito, entre fragmentaciones y fagocitosis.

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