Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

La lucha de pobres contra pobres por un bien cada vez más escaso

Un reciente artículo mío en el que denunciaba la feroz competencia entre las nuevas plataformas de explotación laboral eufemísticamente conocidas como "economía colaborativa" ha suscitado interesantes reflexiones entre lectores amigos.

Uno de ellos me escribe que, aun estando de acuerdo con mi crítica a plataformas como Uber o Cabify, cree que hay que tener en cuenta que se han convertido en la última oportunidad para quienes, por su edad o su baja cualificación, habían quedado apartados del mercado laboral.

Un conocido suyo, de 57 años, trabaja al volante para una de esas plataformas y aunque "sus condiciones son tremendas: de cinco de la madrugada a las cinco de la tarde o de las cinco de la tarde a las cinco de la madrugada", al menos ingresa algo en casa: mil euros al mes, según me cuenta.

El mismo artículo le ha recordado a otro lector amigo unas palabras del ensayista de origen austriaco André Gorz, co- fundador que fue junto a Jean Daniel del semanario francés Le Nouvel Observateur, muchos de cuyos interesantes trabajos periodísticos tuve ocasión de traducir para la desaparecida revista Triunfo, de la que se acordarán los lectores más veteranos.

Escribe el visionario Gorz en su libro Misères du présent, richesse du possible (Ed. Galilée): "Nada cabe esperar de los tratamientos sintomáticos de la crisis porque ya no hay tal crisis: se ha instalado un nuevo sistema que abole sistemáticamente el trabajo".

Un sistema, agrega, que "restablece las peores formas de dominación, de servidumbre, de explotación, obligando a todos a pelearse para conseguir ese mismo trabajo que elimina".

Pero "no es la abolición lo que hay que reprocharle, sino que pretenda perpetuar como obligación, como norma, como fundamento irremplazable de los derechos, de la dignidad de todos, ese mismo trabajo cuyas normas, dignidad y accesibilidad al mismo tiempo suprime".

"El trabajo tiene que perder, sostiene Gorz, su centralidad en la conciencia, en el pensamiento, en la imaginación de todos. Hay que aprender a mirarlo de forma diferente, dejar de pensar en él como algo que se tiene o no se tiene, y verlo como algo que hacemos. Hay que aprender a reapropiárnoslo".

Palabras proféticas porque lo que ya vemos, y vamos a ver cada vez más, es la lucha de pobres contra pobres, de gentes del país contra aún más míseros inmigrantes, la lucha por un trabajo que, debido al doble efecto de los avances tecnológicos y de la globalización, será sin duda cada vez más escaso y además peor pagado.

Compartir el artículo

stats