La respuesta de los fabricantes de automóviles, concesionarios y petroleras españolas a las iniciativas del Govern para descarbonizar el transporte podría llevarnos a pensar que no les preocupa en lo más mínimo el cambio climático ni las consecuencias negativas que tendrá para nuestra economía y bienestar.

Cualquier cambio, sea en el sector del automóvil o en otras áreas, siempre resulta un inconveniente para aquellos que se benefician del status quo actual; pero el inconveniente será mucho mayor para toda la población si no se actúa decididamente.

La ciencia predice que Balears verán veranos más largos y calurosos, escasez de agua, más inundaciones, sequías severas y aumento del nivel del mar, que afectará a las poblaciones costeras, incluyendo a muchas instalaciones hoteleras de primera línea. Un aumento de un metro en el nivel del mar a finales de siglo podría hacer retroceder la línea costera hasta 13 metros, destruyendo zonas residenciales y centros turísticos enteros.

Siendo una región tan vulnerable, Balears deben estar a la vanguardia de la lucha contra el cambio climático, y afortunadamente es ahí donde la nueva ley de cambio climático y transición energética del Govern planea situar a nuestra comunidad autónoma.

En todo el mundo, los gobiernos están liderando la transición hacia una economía baja en carbono: Noruega prohibirá los motores de combustión para 2025. Países Bajos, Dinamarca, Irlanda, India, Suecia, Israel para 2030 y Escocia para 2032. Inmediatamente detrás vienen el Reino Unido, Francia, España y Taiwán con 2040. Los expertos opinan, sin embargo, que el cambio se producirá a mucha mayor velocidad.

La mayoría de los grandes fabricantes de automóviles ya han anunciado que dejarán de fabricar automóviles diésel y de gasolina, por lo que es difícil entender a qué se debe todo este alboroto por la ley balear. Toyota ya ha dejado de vender coches diésel; Renault, Porsche, Nissan, Volvo, Fiat Chrysler han anunciado el inminente final de la producción y venta de este tipo de vehículos. Incluso Volkswagen, que intentó engañar con el 'dieselgate', ha dicho que dejará de producir coches diésel y gasolina en 2026, y su jefe predice que el final del motor de combustión está a la vista de ocho años. La industria sabe muy bien que los beneficios del futuro están en los vehículos eléctricos.

La ley balear no impedirá, por supuesto, que alguien que ya tenga un coche de combustión siga conduciéndolo. Es cierto que los coches diésel y de gasolina más antiguos son los que más contaminan, pero la forma práctica y realista de reducir esta contaminación no es, como sugiere el sector, subvencionar la adquisición de nuevos vehículos con motores de combustión y así aplazar la solución definitiva al problema, sino impulsar el despliegue de vehículos eléctricos.

En Balears ANFAC, CAEB y otros piden a la administración la "neutralidad tecnológica", pero ¿cómo pueden pretender que se traten las tecnologías que contaminan de la misma manera que otras que no lo hacen? Tenemos que reducir urgentemente el CO2 por el bien de nuestro clima, nuestra salud y nuestros hijos. Eso significa incentivar la tecnología limpia y eliminar gradualmente la tecnología sucia. En términos de emisiones en el actual mix energético de España, los vehículos eléctricos son un 60% mejores que los de combustible fósil, así que ¿por qué deberían tratarse de la misma manera?

El transporte por carretera representa entre el 20 y el 25% de las emisiones. El sector del automóvil dice "¿por qué se centran en nosotros, si nadie más está actuando?". Mentira. El sector energético, responsable de aproximadamente otro 25% de las emisiones, también está pasando por una transición complicada. En Mallorca, por ejemplo, la central de carbón de Es Murterar cerrará a más tardar en 2025 y habrá que reorientar laboralmente a sus trabajadores. Se utilizará gas como combustible puente durante algunos años, pero en 2050 toda la electricidad provendrá ya de fuentes renovables.

En cuanto a la producción de vehículos está muy claro hacia dónde va el mundo. Si España no se mueve con él, este sector vital de la economía de nuestro país (10% del PIB) no estará presente en las próximas décadas. En lugar de protestar, el sector debería transformarse para garantizar puestos de trabajo sostenibles a largo plazo para sus trabajadores. De lo contrario, China, que ya es líder mundial en la producción de vehículos eléctricos, dirigirá todo el espectáculo. Ya han anunciado la producción de un coche eléctrico de bajo coste (12.000-14.000 euros) para su venta en Europa en 2020.

Esta no es una mala noticia. En palabras del economista Lord Nicholas Stern, "la economía baja en carbono es la historia del crecimiento del siglo XXI". Se puede ganar dinero en esta transición, pero sólo por parte de aquellos que estén dispuestos a actuar rápidamente y con prontitud. Balears tiene una oportunidad fantástica para liderar en esta transición y se beneficiará enormemente al convertirse en un destino sostenible con bajas emisiones de carbono. Tanto sus residentes como sus visitantes apreciarán el énfasis en la sostenibilidad, con sus beneficios para el medio ambiente y la salud. No se trata ya sólo de frenar el cambio climático rebajando las emisiones de CO2, que ya sería una misión suficientemente justificada. Se trata de que nuestras ciudades serán mucho más limpias, frescas y silenciosas sin todos esos óxidos de nitrógeno y azufre que dañan nuestros pulmones.

El clima está cambiando. La sociedad y los negocios necesitan cambiar o condenaremos a nuestros hijos y nietos a un futuro sin esperanza. Dejemos de quejarnos y actuemos por nuestro futuro.