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Antonio Papell

Podemos en ruinas

El sector dinámico y pensante de la formación se horrorizó al advertir que el inesperado pacto de Iglesias con Garzón desnaturalizaba la idea original y hacía de Podemos un partido clásico de izquierda radical

Quien conozca los fundamentos ideológicos de Podemos, no se habrá extrañado de la defección de Errejón, quien probablemente no haya acertado en las formas pero sí en el fondo de su decisión previsible, corroborada por los resultados electorales de Andalucía, que no sólo han demostrado que Podemos ha perdido fuelle sino también que la ciudadanía no canaliza su irritación a través de Podemos sino de Vox, que representa no sólo la pulsión antisistema de extrema derecha sino también un aldabonazo subversivo y rompedor.

El populismo originario de Podemos, sobre el que Errejón ha teorizado con frecuencia, ha sido descrito por Carlos Fernández Liria en En defensa del populismo (Catarata, 2016), obra que empieza por reivindicar el vocabulario político y el orden institucional de la Ilustración.

Dicho ensayo lleva un prólogo de Luis Alegre, una de las mentes más inteligibles y bien amuebladas del grupo fundacional de Podemos, y en él se explica cómo "con la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial surgieron en Europa ciertos pactos sociales en los que la ciudadanía depositó su confianza". Sin embargo, "desde final de los años setenta, y de un modo acelerado tras la desaparición de la amenaza soviética, las cosas han ido a peor: hemos visto cómo las elites iban rompiendo poco a poco esos pactos surgidos de la derrota del fascismo. Desde entonces, se ha ido de derrota en derrota: los ciudadanos, que depositaron su confianza en esos pactos y los respetaron con lealtad, han ido viendo cómo se recortaban derechos y garantías sin que ocurriera entre medias ninguna catástrofe natural o alguna guerra devastadora que lo explicase. Las elites habían dejado de sentirse amenazadas y no querían seguir cumpliendo un pacto que habían aceptado a regañadientes".

Esta interpretación de la realidad, que justificó el lema de "no nos representan" y que muchos podemos suscribir desde prácticamente todas las opciones constitucionales —también, por supuesto, desde la socialdemócrata—, no implica sin embargo necesariamente un cambio de régimen. Alegre escribe que durante los últimos años "Liria no sólo se ha dedicado a enseñarnos que hacemos un negocio ruinoso si renunciamos al cuerpo central de ideas de la Ilustración y tratamos de sustituirlo por "algo mejor" (defendiendo la dictadura del proletariado frente al "Estado de Derecho" o al "hombre nuevo" frente al "ciudadano"). A lo largo de todos estos años, ha ido profundizando en la investigación sistemática de las dificultades con que se topa eso de la Ilustración entre nosotros los hombres, seres racionales pero finitos 'que nacemos del sexo y sin saber hablar'". A resolver estas dificultades para perfeccionar la representación, reivindicar el cumplimiento de aquel gran pacto social (dificultades enunciadas por Marx, Freud y Lacan, entre otros), tiende la elaboración intelectual del populismo que propugna Fernández Liria, que perseguía como es evidente construir una formación transversal al sistema de partidos.

Cuando se escribió el referido libro (2016), todavía tenía prestigio la figura de Pablo Iglesias —"una iniciativa de este tipo habría resultado imposible (total y absolutamente imposible) sin el liderazgo carismático de una figura como Pablo Iglesias"—, pero pronto ese sector dinámico y pensante se horrorizaría al advertir que el inesperado pacto de Iglesias con Garzón que, al amparo nada menos que de Julio Anguita, daba lugar a Unidos Podemos, desnaturalizaba la idea original y hacía de Podemos un partido clásico de izquierda radical, con el PC en su interior. Desde aquella alianza, y como pronosticamos algunos sin demasiado esfuerzo, Unidos Podemos se ha limitado a recluirse en el pequeño nicho que el modelo reservó a la izquierda posmarxista que quedaba a la izquierda del PSOE.

Ese garrafal error de Iglesias no sólo ha acabado con su crédito político sino que ha hecho saltar Podemos en pedazos. La falta de un proyecto unitario y su sustitución por una referencia posicional han debilitado las confluencias hasta destruirlas. Y explican la salida de Errejón por la puerta de atrás hacia el regeneracionismo progresista que representa Carmena, que ha optado por trascender el estadio de los partidos. La marcha de Errejón confina definitivamente a UP en su nicho, en los arrabales secundarios e irrelevantes del sistema parlamentario.

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