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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

La lengua es más fuerte que cualquier muro

Produce repugnancia ver cómo ese clown tan ignorante como cruel elegido presidente de EE UU aprovecha el dolor de una familia residente en la frontera sur del país para insultar y denigrar indiscriminadamente ante las cámaras a cuantos intentan cruzarla. Donald Trump convierte en categoría una trágica anécdota -el asesinato en la frontera de un miembro de esa familia- para tachar de asesinos, de narcos o terroristas a quienes tratan de buscar refugio o mejorar su suerte al norte del río Bravo.

Defensor a ultranza de la Asociación Nacional del Rifle, poderoso lobby capaz de impulsar o frustrar una carrera política, Trump oculta deliberadamente el hecho de que la mayoría de los homicidios y asesinatos, masacres incluidas, no los cometen inmigrantes sino individuos nacidos en EE UU. Pero si esa utilización para fines espurios del dolor ajeno resulta repugnante, nada al mismo tiempo más triste que ver a miembros de la patrulla fronteriza de EE UU de rasgos y apellidos netamente hispanos secundar el discurso del presidente a favor de la construcción del muro con México.

Y hacerlo precisamente en territorios que como los de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Colorado, Kansas y otros hasta un total de 2 millones de kilómetros cuadrados, fueron de México y que Estados Unidos, en plena fase expansionista, arrebató a ese país a mediados del siglo XIX. Si una cosa está clara es que el empresario inmoral y sin escrúpulos -descendiente él mismo de inmigrantes alemanes- que llegó a la Casa Blanca a base de demagogia y de explotar la credulidad ajena, trataría, si pudiera, borrar toda huella del pasado hispano de EE UU, incluida la lengua. Pero no lo conseguirá porque el idioma es mucho más fuerte que cualquier muro que, en su infantil arrebato, pueda aquel levantar.

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