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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Pero se aprende poco

Siempre va a haber un niño muerto por inexplicable infortunio que estimule a tope nuestra empatía. Cada cierto tiempo, una joven desaparecerá en extrañas circunstancias que despierten nuestros temores y la solidaridad de los vecinos en las tareas de búsqueda por barrancos y que pongan en marcha la caravana del rencor exigiendo que las cárceles sean punitivos pudrideros. Cada semana una mujer va a ser asesinada a manos de su pareja o expareja porque esta "lacra" (secuela o señal de una enfermedad o achaque; vicio físico o moral que marca a quien lo tiene), es difícil de erradicar porque depende de varios factores de la iniciativa íntima de una serie muy limitada de individuos. Nunca faltará un pavoroso incendio en París o en Múnich. En puridad, sería noticia que se produjera un placentero incendio o que alguien, con inclinación o sin ella, recibiera una angelical paliza en lugar de la brutal que son capaces de despachar unos bestias en cualquier soportal. Ahora que un particular a salvo toma las imágenes con la cámara del móvil no hay ola de sunami, tromba de riada, ni temblor de tierra en cualquier parte del mundo que no entre en nuestra dieta informativa o alimenticia como los microplásticos. Que queramos verlo tiene la misma raíz antropológica que crea el círculo natural en torno a la pelea o la agonía, que se llama circo cuando se programa como espectáculo. Pero sus enseñanzas son limitadas y sus efectos, en la medida en que nos retroceden al círculo natural, retrógrados. Necesitamos ver realidades más complejas, llevar la cámara a escenarios más oscuros donde se deciden y suceden cosas que nos afectan colectivamente más, aunque personalmente nos conmuevan menos.

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