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Antonio Papell

El tamaño del Estado

Quienes proponen más bajadas de impuestos están en realidad comprometiendo ese estado del bienestar, que ha salido considerablemente deteriorado de la crisis y que habrá que fortalecer

Lo ha dicho un par de veces la ministra de Hacienda en estas semanas: quienes apuestan por una carrera fiscal a la baja, proponen en realidad el fin de la igualdad de oportunidades. Con los datos disponibles en la mano, probablemente la afirmación sea plenamente acertada.

La presión fiscal en España, el conjunto de los impuestos y contribuciones sociales en relación con el PIB, se situó en 2017 en el 34,5%, cuatro décimas más que un año antes, pero bastante por debajo de la media del 41,4% de la zona euro y del 40,2% de la UE, según el Eurostat. España es el octavo país de la eurozona y el décimo de toda la UE con menor presión fiscal. Entre los Veintiocho, el de presión fiscal más baja aquel año fue Irlanda (23,5%), seguida de Rumanía (25,8%), Bulgaria (29,5%) y Lituania (29,8%), mientras los países de la UE con mayor presión fiscal fueron Francia (48,4%), por delante de Bélgica (47,3%) y Dinamarca (46,5%). Alemania estuvo en torno al 40%

Un informe reciente de la OCDE (Taxing Wages, Informe sobre salarios 2018, publicado en abril de ese año) indica que en España un empleado sin hijos que gana un sueldo medio cifrado en 26.535 euros paga un 14,7% por IRPF y un 6,4% por cotizaciones sociales. Así, la presión fiscal imputada al empleado se sitúa en el 21,1% de su sueldo bruto. Solo Irlanda (19,4%) y Estonia (18,4%) registran porcentajes inferiores en los países de la UE que, a su vez, forman parte de la OCDE. En el lado opuesto, destaca Bélgica (40,5%), Alemania (39,9%) y Dinamarca (35,8%). La media europea se sitúa en el 28,6%, 7,5 puntos por encima de España.

La crisis fue altamente nociva para el sector público español: España fue el país de la OCDE en que más bajó la presión fiscal en la crisis. La recaudación de impuestos y cotizaciones sociales se redujo en 3,3 puntos de PIB (unos 33.000 millones de euros) entre 2007 y 2014. A finales de 2015 estaba en el 33,2%.

Un informe de Bankinter publicado le pasado septiembre explicaba que los cinco países de Europa de mayor gasto público en comparación con su PIB son Francia (56,5%), Finlandia (53,7%), Bélgica (52,2%), Dinamarca (51,9%) y Noruega (50%). En todos ellos el llamado estado del bienestar es fuerte. Por el contrario, los países que menos gasto público tienen en relación a su PIB son Irlanda (26,1%), Rumanía (33,4%), Lituania (33,8%), Bulgaria (35,2%) y Letonia (38%). Con la relativa excepción de Irlanda, en estos países los servicios públicos son muy precarios.

La socialdemocracia moderna y las corrientes que podrían denominarse liberales de izquierdas han llegado hace tiempo a la conclusión de que la igualdad de oportunidades en el origen, el gran objetivo democrático, se consigue mejor proporcionando unos servicios públicos de gran calidad, universales y gratuitos, que incrementando la redistribución, que suele ser ineficiente. En España, existe conciencia de que el Estado de Bienestar es el sustento de la equidad a la que aspira una gran mayoría de ciudadanos. Por ello, el consenso político debería formalizarse sobre la suficiencia de este estado de bienestar, que necesita una presión fiscal adecuada. Como se ha visto más arriba, las cifras demuestran que estamos en un lugar más bien bajo de carga impositiva, por lo que, como dice la ministra Montero, quienes proponen más bajadas de impuestos, están realidad comprometiendo ese estado de bienestar, que ha salido considerablemente deteriorado de la crisis y que habrá que fortalecer. En el caso del sistema público de pensiones, la evidencia es la que es: o se aportan más recursos de origen presupuestario, o será prácticamente imposible mantener las prestaciones con las actuales tendencias demográficas.

Las derechas que han gobernado en esta etapa democrática no sólo no han combatido el estado de bienestar sino que lo han fortalecido, por lo que puede decirse que ya forma parte del consenso fundacional. Y si los partidos de centro derecha actuales, PP y Ciudadanos, siguen la misma vía, harán bien en obviar la demagogia de proponer nuevas e imposibles bajadas de impuestos que pondrían en serio peligro el modelo que nos hemos dado.

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