Tras el pacto que el PP ha articulado en Andalucía, con Ciudadanos a un lado, y Vox al otro lado, y tras las valoraciones del resultado electoral donde la izquierda crítica y diversa por definición ha vuelto a la abstención, si no queremos ver este terrorífico pacto por toda la geografía no queda mas remedio que levantar del sofá a una izquierda que, primero no votará al PSOE por un rechazo histórico; y segundo no votará a Unidos Podemos, porque las lineas maestras de su discurso no los interpelan. Actúa nace bajo una convicción autocrítica con la izquierda. Son muchas, y solventes las figuras de la izquierda tradicional que avalan y conforman el posicionamiento político que defiende Actúa. Desde Llamazares, Baltasar Garzón, Cristina Almeida o Teresa Aranguren, otros intelectuales apoyan desde cierta distancia como Nicolás Sartorius, Almudena Grandes o Luis García Montero, por citar algunas de las más mediáticas que de algún modo han participado en los razonamientos y análisis que abren este nuevo espacio político.

Desde Actúa creemos que otra forma de hacer política es posible. Aunque este argumento en sí no presente nada nuevo, pensamos que la falta de movilización de una buena parte del electorado de izquierdas se produce por su rechazo a una comunicación política que no conecta con amplios sectores de las clases populares y trabajadoras. Que el espacio electoral que tradicionalmente pudo oscilar entre el PSOE, e IU salte por los aires genera tal destrozo aritmético que la izquierda necesita ocupar ese espacio para frenar el avance reaccionario. Es evidente que, ni Unidos Podemos, ni el PSOE, ocupan ese espacio político que siempre ha existido y que podemos situar a la izquierda del PSOE.

Actúa pretende representar a una izquierda sin voz que reclama seriedad y coherencia, que huye de la mala gestión y de los gestos por los gestos; a una izquierda social y política que es plural, sensata y dialogante, empeñada en crear espacios para sumar y hacer posible un programa alternativo basado en la decencia del trabajo, en el rescate social y en las conquistas sociales pendientes, junto a la lucha contra la corrupción y por la regeneración democrática.

Actúa representa la urgente necesidad de impulsar una profunda regeneración democrática que acabe con el tremendo descrédito que tiene la política actual. Por regeneración democrática entendemos que se tienen que implementar controles y rendición de cuentas derivadas de la gestión política, en la práctica totalidad de las instituciones del Estado, que en vez de ser puestas con trasparencia al servicio de la ciudadanía, viven parapetadas en una suerte de castillo institucional infranqueable.

La derecha y su versión extrema, ahora renacida, han realizado ya una triple alianza con la pretensión de liderar el descontento social. La paradoja radica en que, son las medidas de la derecha, del fondomonetarismo (FMI) y neoliberalismo más voraz las responsables de la crisis en la que ha entrado la Democracia. Sin embargo, la propia izquierda también vivencia una crisis por sus propios errores. Una izquierda cada vez más sofisticada en sus planteamientos intelectuales y cada vez más alejada del sentido común de las clases trabajadoras y populares de este país.

Actúa parte de una tesis que hemos comprobado de manera definitiva en las autonómicas andaluzas, y es que, hay sumas que restan y divisiones que multiplican. Si Unidos Podemos interpela a un electorado que ha comprado varias máximas irrenunciables en su discurso, como supone la impugnación del llamado régimen del 78 y la máxima de "cuanto peor, mejor", es decir, primero situar todos los males en la Constitución del 78, y segundo olvidar la correlación de fuerzas entre opciones políticas pensando que su posición impugnadora terminará siendo mayoritaria en la medida que la población no aguante la situación socioeconómica y el deterioro del sistema político siga avanzando peligrosamente. Por su parte, Actúa como fuerza política quiere interpelar a un electorado de izquierdas que o bien se siente copartícipe de las conquistas de la transición y constitución del 78, o bien consideran que la correlación de fuerzas permiten reformas concretas, y que tal situación no dan para una transformación del marco nacional y europeo. Un electorado que sin renunciar a ello, consideran que se puede producir una acumulación de fuerzas a partir de las reformas concretas. Una acumulación de fuerzas necesaria para conseguir una mayoría progresista y transformadora que enfrente los retos necesarios que necesita la crisis de régimen que, sin lugar a dudas, está aconteciendo.

España no es hoy el país que era en 1978, pero para adaptar la constitución a los tiempos que corren, hacen falta el mismo tipo de voluntad y compromiso que tuvieron los políticos de entonces. El cambio tiene que ser lento y progresivo, hecho a base de reformas concretas nacidas de la concordia y el entendimiento. Esto sólo se puede hacer desde la política de la ilusión y no del miedo y la crispación. Sabemos que llevará tiempo, pero hemos venido para quedarnos.