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Matías Vallés

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Matías Vallés

El PSOE entrega a las derechas Palma, y todo lo demás

Pese a las acentuadas dotes de fabulación de la consellera de Hacienda, que le permiten transformar su destierro en exaltación, tiene mérito la degradación de Cati Cladera al limbo de un Consell de Mallorca que en ningún caso podrá gobernar. Por contra, la mejor noticia que han recibido Vox y demás partidos subsidiarios de la derecha en Palma no son los sondeos arrolladores, sino la candidatura de José Hila. En efecto, ¿quién es José Hila? Y éste no es el principal problema.

Hasta para un socialista resulta elemental que una mujer de talla aportaba el contrapeso ideal para la testosterona que exhalan el Arturo Fernández local, un tal Mateo Isern, y su jefe el teniente general Fulgencio, nacido un 18 de julio como su propio partido indica. Sin embargo, la antaño dinámica Francina Armengol sucumbe a la misma parálisis que llevó a Francesc Antich a mantener a Antoni Roig de candidato a Cort en 2003, un error que le costó el primer Pacto de Progreso al PSOE. Ergo, Hila. Rodearse de asesores sin memoria histórica tiene sus riesgos.

No se trata de que Hila sea una moneda de cambio barata, como ha ocurrido en esta legislatura, sino de que arruine en cadena las elecciones a ámbitos superiores. Un personaje catastrófico puede desbaratar la continuidad entera del Pacto, y a los números de mayo me remito. Sobre todo, la resignación que muestra la dirección pirómana del PSOE al mantener un candidato en el que nadie cree, se transmite hoy con voraz facilidad al votante. El candidato repetidor socialista aporta un aliciente indudable para abstenerse sin remordimientos. La política abunda en compensaciones para los sacrificados, ofrecerles por ejemplo un cargo lo más alejado posible de Palma, en Bruselas si no es posible en Pekín. A fecha de hoy, es mas fácil que Vox gobierne Cort a que lo consiga un conglomerado con Hila dentro, y conste que la victoria de la ultraderecha moderada no está decidida. De hecho, solo Hila puede afianzarla, y en este punto no defraudará a los suicidas que lo mantienen.

Mi viaje de un solo día de compras a Milán iba a depararme una sorpresa. Según pueden comprobar en la imagen que hoy nos ilustra, la teja mallorquina identifica a la tienda de la firma mallorquina Camper en la lujosa Via Montenapoleone milanesa. Para redondear la paradoja, la redecoración cerámica del establecimiento viene firmada por el arquitecto japonés Kengo Kuma. Italia y Japón se conjuran para demostrarnos que Mallorca posee las raíces indispensables de su imagen, sin necesidad de contaminarse con los estomagantes excesos versallescos o Kartoffeln (patateros) de los bares, restaurantes, hoteles y tiendas que emponzoñan la isla.

El mallorquín Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona, acudió el pasado domingo y Día de Reyes sin clergyman ni crucifijo a la sesión nocturna de nuestra recomendada Bohemian Rhapsody en unos multicines de Marratxí. El prelado transmitió la gracia divina a Fredddie Mercury, pues la película recibió esa misma noche el Globo de Oro.

Se jubila Biel Alemany, jefe de distribución de este papel. No tiene sentido que le repita mi afecto en público, pero creo necesario desmentir que se retire desesperanzado por la llegada de Vox, agradecerle las numerosas líneas de esta sección que le debo, felicitarle por haber encajado con deportividad las informaciones que afectaban a personas próximas (algo que podrían aprender la mayoría de periodistas) y recomendar a los responsables de contratación de esta casa que, antes de incorporar a un nuevo fichaje, le hagan pasar diez minutos con Biel. Está tan impregnado del ADN del diario, que ese tiempo le bastará para arbitrar la aptitud del neófito. No me harán caso, claro. Vean Silvio (y los otros), otra película de Sorrentino con Servillo que copiarán todos los cineastas del mundo, aunque yo solo tenía ojos para Elena Sofia Ricci (57).

Reflexión dominical ultramontana: "El problema no está en que vaya a gobernar la ultraderecha, sino en que no vaya a notarse la diferencia".

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