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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

De su 'tea party' a nuestro 'three party'

El expresidente del Gobierno Rodríguez Zapatero habló irónicamente del Three Party para referirse al acuerdo del PP, Ciudadanos y Vox para sacar por fin del poder a los "despilfarradores" y "corruptos" socialistas andaluces. Zapatero quiso sin duda hacer una broma al relacionar a esos tres partidos que se han lanzado a la reconquista de España de la "ocupación" socialista con el movimiento norteamericano del Tea Party, pero su ocurrencia no iba del todo descaminada.

Y es que muchas de las tácticas adoptadas por nuestra "derecha cum ultraderecha" parecen calcadas de las que ha venido utilizando el Partido Republicano desde que el demócrata Barack Obama alcanzó la presidencia de aquel país. El sector más ultra de los republicanos no pareció aceptar nunca la legitimidad de Obama hasta el punto de sembrar algunos de sus dirigentes maliciosas dudas de que el líder demócrata hubiese nacido realmente en Estados Unidos, condición indispensable para ocupar la presidencia.

Cuando, a pesar de la dura campaña en contra suya, Obama logró convertirse en el primer negro en llegar a la Casa Blanca, el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, animó a los suyos a hacer todo lo imposible para impedirle un segundo mandato. Y cuando Obama fue, pese a todo, reelegido, el Partido Republicano acabó sucumbiendo totalmente al populismo más extremo del Tea Party, endureciendo aún más su discurso y recurriendo a un bloqueo implacable de la acción de gobierno.

La consigna era tratar a los demócratas no ya como rivales políticos, sino como "enemigos" del pueblo y acusarlos prácticamente de " traición" por empeñarse, entre otras cosas, en abrir la frontera a terroristas y narcotraficantes. ¿No recuerda un poco ese lenguaje al que utiliza ya no sólo la ultraderecha de Vox, sino también el PP e incluso Ciudadanos, cuando acusan al actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de pactar con terroristas y quienes quieren romper España sólo para mantenerse en el poder?

En Estados Unidos, el éxito de tan delirantes mensajes fue posible, entre otras cosas, por el debilitamiento del periodismo tradicional, rápidamente sustituido por comentaristas de radio y televisión de extrema derecha y sobre todo por las redes sociales, que colocaron el discurso más radical en el centro del debate político. Salvadas todas las diferencias entre las dos sociedades, ¿dejaremos que sean también aquí la ultraderecha y ciertas tertulias las que marquen la agenda política y contribuyan no sólo a engordar a Vox, sino también a que el resto de los partidos de derecha le "compren" un discurso claramente involucionista?

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