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En la nube

El nuevo poder digital

Gobiernos de todo el mundo desarrollan su propia tecnología, como Francia, que deja Google y utilizará un buscador nacional, para evitar que su soberanía caiga en manos de los colosos informáticos

Internet ya no es tan global como era. La red que conecta al mundo entero ha pasado de ser una idea moderna y atractiva a convertirse en algo peligroso. Todos los países del mundo se blindan ante la globalización virtual y apuestan por crear sus propias tecnologías. El objetivo es doble: hay que evitar el espionaje procedente de otros países y sacar músculo digital para no continuar entregando a Estados Unidos y a sus grandes compañías de Silicon Valley, el monopolio de internet. Francia ya ha tomado la delantera y abandona Google para utilizar su propio buscador. En la estrategia digital global, frente a los que se repliegan, están los que atacan. China está en posición de ataque y amenaza con hacerse con la piedra filosofal del futuro: las conexiones 5G.

Ningún país quiere que le cuelen un 'cibercaballo' de Troya en casa que termine por atacar sus sistemas informáticos o comprometer información sensible de sus gobiernos o instituciones. Porque puede pasar. La elección de Trump como presidente en Estados Unidos en 2016, orquestada por Rusia por medio de campañas digitales llevadas a cabo por la compañía Cambridge Analytica a través de herramientas sociales como Facebook, ha marcado un antes y un después. "La idea de lo 'digital' -como un ámbito mágico e intocable que iba a traer prosperidad a todos, disrupción a disrupción- está hoy muerta", dice el investigador y escritor bielorruso Evgeny Morozov, conocido por su visión de internet como una herramienta para la vigilancia masiva, la represión política y la expansión de propaganda política. Desde 2011 viene defendiendo la idea de que la tecnología es la nueva herramienta para llevar a cabo la guerra fría del siglo XXI. Sus ideales cobran hoy más sentido que nunca a juzgar por el blindaje digital de los países de todo el mundo. Ya nadie apuesta por un internet global. Prefieren un internet nacional. Más controlado.

La revolución francesa contra la hegemonía tecnológica de Estados Unidos es un hecho. La Asamblea Nacional -con 577 parlamentarios y 851 empleados- dejó de usar Google el día 1 de enero de 2019 para recuperar la soberanía digital y no dejar el control de sus datos en manos de los gigantes tecnológicos chinos o estadounidenses. El Gobierno francés hará sus búsquedas en internet a través de Qwant, una herramienta que ellos mismos califican como "el motor de búsqueda que respeta la privacidad". Su peculiaridad es que no monitorea a sus usuarios porque no usa cookies. Tampoco tiene publicidad.

La intención de Francia no es competir con Google. Es imposible. La implantación de un buscador propio, creado en 2011 sin mayor transcendencia, tiene un objetivo geopolítico. Francia se niega a ser una "colonia digital" de Estados Unidos, China o Rusia y defiende su soberanía digital. Para lograrlo ha optado por dos caminos. En el ámbito militar ha creado sus propias soluciones de ciberseguridad sin depender de la tecnología extranjera. En el ámbito económico, fomenta el lanzamiento de startups nacionales. Los franceses no son los únicos en tomar medidas.

Alemania también apuesta por su materia prima. El ministro de Economía alemán, Olaf Scholz, reconoce que el país estudia "la posibilidad de crear un mecanismo para garantizar la soberanía tecnológica de la industria alemana". Más ejemplos del blindaje digital: India quiere que las compañías tecnológicas extranjeras almacenen sus datos dentro de sus fronteras y Rusia ha pedido a sus funcionarios que utilicen teléfonos móviles de fabricación y software nacionales para proteger sus datos. El Estado ruso ya ha comprado su propio sistema operativo.

Más allá de Silicon Valley, en la otra punta del mapa, China avanza con paso firme en su camino por gobernar el entorno digital. Exportar su tecnología al mundo entero le da un papel importante en la política mundial. Su estrategia para lograrlo: ser el número uno en inteligencia artificial y hacerse con la mayor parte del pastel del 5G del mundo. En esto último, la compañía china Huawei gana la batalla. La firma de telefonía lidera la carrera por la implantación de esta tecnología que hará las conexiones en internet más veloces y permitirá la verdadera puesta en marcha del "internet de las cosas" (IoT, de sus siglas en inglés). Es decir, articulará las casas domóticas controladas por humanos a través de órdenes de voz.

"Quien domine el mercado del 5G tendrá una tremenda ventaja para comandar las alturas de la información", indica un informe del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos que se filtró a principios de este año. El dosier equiparaba esta tecnología con la imprenta de Gutenberg y planteaba que lograr tener una red 5G centralizada y con tecnología estadounidense tendría beneficio para la seguridad nacional. Pero Washington lo tiene difícil. Huawei y ZTE (otra marca china) lideran el mercado. Los chinos cuentan con dos millones de antenas de telefonía móvil, diez veces más que en Estados Unidos.

Solución: boicotear la tecnología china en los países aliados para frenar su avance para conseguir la gasolina que alimentará el mundo del futuro. Estados Unidos ha pedido a sus países amigos que no dejen entrar a Huawei porque, de hacerlo, toda la información privada quedaría a expensas de los servicios de inteligencia de Pekín. Australia, Reino Unido y Japón han vetado a la compañía de telecomunicaciones china. Canadá, de momento, no se posiciona al estar en el ojo del huracán, tras detener en el aeropuerto de Vancouver a Meng Wanzhou, vicepresidenta de Huawei e hija del fundador, acusada de fraude por haber esquivado las sanciones que Washington impone en Teherán.

España tampoco se ha decantado todavía sobre este asunto porque su camino hacia el 5G va lento. Aún estamos en la fase de petición de ayudas al Ministerio de Industria para implantar esta tecnología y se desconoce si Huawei se ha presentado al programa piloto. Elegir bando es vital-

El tono en el debate político hoy en día es más crudo que antes porque es mucho más evidente lo que está en juego. "Ya no estamos discutiendo sobre los méritos de la 'digitalización' en abstracto, sino que lo que está en liza son las consecuencias de permitir que sectores estratégicos caigan en manos de potencias extranjeras", sostiene el investigador Morozov. En este contexto, explica, ya no quedan gobiernos "capaces de seguir predicando en favor de la liberación del comercio de datos, software y hardware". Es momento de barrer para casa. Replegarse para, quizá algún día, atacar.

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