Tal como viene 2019 las san silvestres deberían disputarse en la mañana del 1 de enero para aprovechar las ganas de echar a correr. Con este pequeño cambio horario nadie vería el concierto de año nuevo, famoso por una marcha, es decir, una música, de ritmo muy determinado, destinada a indicar el paso reglamentario de la tropa, o de un numeroso cortejo en ciertas solemnidades, que lo mismo vale para Joseph Radetzky en Viena que para Jair Bolsonaro en Brasilia.
El desorden es el signo de los tiempos. Los descuentos que aparecían después de las subidas de Reyes ya andaban por el 50% antes de que la gente corriera con sus dorsales la San Silvestre, salvo en esa espina dorsal del comercio que son las calles de Ortega, el autor de La globalización vertebrada y Las rebajas de las masas. La multiplicación desordena. Antes se tomaban doce uvas con las campanadas de la medianoche del 31 de diciembre y a Mecano le asombraba -¡que acierto en la observación!- que los españoles hiciéramos "por una vez, algo a la vez". Ahora hay unas uvas que despiden las clases del primer "cuatri" en Salamanca, uvas a mediodía, aprovechando el ensayo de la Puerta del Sol, y uvas en las dos medianoches de España, las 12 de las 12 en la península, Balears y las dos ciudades autónomas en África y las 12 de la una, que son las 12 en Canarias, terceras en el kilómetro cero de Madrid. La tradición que inició un excedente de uvas va a superar la producción de racimos con gabardina en el valle de Vinalopó.
¡Venga! Pese a la resta, tú puedes con toda multiplicación: Black Friday, Ciber Monday, Papá Noel, Reyes y rebajas. Último repecho. Antes las tribus quedaban para matarse. Ahora sólo es ir de compras.
