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Antonio Papell

El PP se queda sin espacio

La singularidad inesperada de las elecciones andaluzas, que por una azarosa carambola entregarán el poder al desahuciado candidato del PP Juanma Moreno (quien, por cierto, había sido objeto de un cruel artículo de Jesús Fernández-Villaverde y Luis Garicano „portavoz económico de C's„, "Los misterios del currículum del candidato"), ha salvado al borde de la campana al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, quien no hubiera sobrevivido seguramente a la presagiada defenestración de su partido en Andalucía, que ciertamente se ha producido en términos absolutos, pero que milagrosamente, por una extraña jugarreta del destino, ha acabado formando parte de un vuelco histórico en sentido contrario.

Como es sabido, el PP andaluz, que ha logrado en las autonómicas del 2 de diciembre pasado 26 escaños de un total de 109 con el 20,75% de los votos, ha quedado en segunda posición, tras el PSOE, y ha perdido 6 escaños, que hay que sumar a los 17 que perdió en las elecciones de 2015 ( Javier Arenas había logrado 50 escaños en 2012, con el 40,66% de los votos). Pese a ello, el mal resultado del PSOE, que ha ganado las elecciones con sólo el 27,95% de los votos y 33 escaños, el saldo de Ciudadanos que ha pasado de 9 a 21 escaños y la irrupción de VOX con 12 escaños hace posible una opción de gobierno conservadora, siempre que se acepten en la suma los votos de la extrema derecha. El "éxito" de Moreno Bonilla, que sólo ha sido candidato porque Casado no ha tenido tiempo material de cambiarlo, ha salvado provisionalmente el pellejo a su jefe de filas, aunque la militancia y los cuadros del PP no ignoran, es evidente, que su formación política está bajo mínimos, y aunque nada garantiza que no se produzca una gran catástrofe del PP en la gran cita electoral de mayo, en que, como ya nadie ignora, se celebran simultáneamente las elecciones europeas, autonómicas y municipales.

Casado arrancó su mandato con un notorio giro conservador, con propuestas inquietantes en su discurso como la de recuperación por el Estado de las competencias en educación (que le reportó una airada respuesta del presidente de Castilla-León) o la del retorno a la vieja ley del aborto, y con fichajes significativos, alineados con su mentor el presidente Aznar, como Suárez Illana o Lasquetty. Parecía que, con este movimiento, intentaba impedir el surgimiento de una extrema derecha, a quien supuestamente Rajoy había dejado un amplio espacio por estribor. Pero los hechos han demostrado que cuando de uno de los grandes partidos del centro del espectro se radicaliza, el electorado opta siempre por la formación radical genuina, y lo que ha logrado el PP con esta deriva ha sido alimentar a VOX, que ha irrumpido con fuerza imprevista en Andalucía y que, según las encuestas, podría dar un gran mordisco al electorado tradicional del PP en el resto del Estado.

Por el otro lado, Ciudadanos está afianzándose en el centro, creciendo sobre todo a costa (aunque no exclusivamente) del PP, lo que mantiene la posibilidad de que tenga lugar el 'sorpasso' que en Andalucía ha quedado apenas a 2,5 puntos (el PP ha logrado el 20,75% y C's, que partía de muy abajo, el 18,27%).

En definitiva, el PP, con un discurso inmoderado de Casado que no encuentra eco en los medios de comunicación -la crispación que el PP pretende introducir con el argumento del conflicto catalán no consigue instalarse, ni resulta adecuada para una mayoría de españoles que piensa que es razonable intentar eludir la línea dura que podría inducir violencia-, se ha quedado sin espacio político frente a un PSOE que practica una política económica y fiscal moderada y a la vez realista (hay que devolver el bienestar a la gente antes de volver a hablar de ajustes), a C's que presenta la cara amable y liberal de la derecha, y a VOX, que ha atraído a los partidarios de la línea dura, neofranquista, enemiga del Estado compuesto y con ascedente homologación en Europa.

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