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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

La rueda atropella

John Chau, un estadounidense de 26 años, estaba convencido de que los isleños de Sentinel del Norte (en el archipiélago de Andamán y Nicobar, al este de India) debían conocer la existencia de Dios y se saltó las leyes que le prohibían la entrada. Los 200 habitantes de la isla viven en una prehistoria protegida y no quieren relaciones con el exterior. Chau quería cristianizar el último bastión de Satán -al que tampoco conocen- pretendió mimetizarse con ellos quedándose en calzoncillos negros y murió asaeteado.

Lástima aparte, Chau puede parecer un gilipollas del siglo XXI, cuando se sabe que esos pueblos, sin nuestro sistema inmunitario, pueden morir en contacto con nosotros, pero no es tan distinto de Mario Vargas Llosa, un magnífico escritor laureado con el Nobel, que les llevaría el capitalismo, unas vacunas y una maestra si tuvieran petróleo bajo sus pies. Impresiona que estos preneolíticos no hayan descubierto la rueda, sobre la que se basa casi todo lo que hacemos, ha transportado y acelerado la civilización desde hace unos 5.500 años y ha cambiado a la humanidad a través de los siglos y a cada humano, a veces varias veces al día. Basta ver el desdén de algunos automovilistas (que usan cuatro ruedas) por los ciclistas (que usan dos). Dos ruedas más dan una ventaja que algunos somatizan en superioridad: vea la inquina de tanto ciclista con el peatón.

Ignorábamos qué relación se iba a establecer con las ruedas de los patinetes, aparentemente inocentes como la infancia en la que aprendimos a usarlos, pero después de millones de molestias en la acera y en la calzada, ya han logrado la primera víctima, una anciana peatona. Como la rueda, cuanto llega rodado o de golpe, cambia al humano y, tantas veces, lo atropella.

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