Escribo desde el móvil secuestrado. Durante más de treinta años me he puesto la toga al menos una vez cada semana para defender el derecho, los derechos, de un ciudadano, las más de las veces humilde y anónimo, en ocasiones humildísimo.

Así aprendí, colegas y Tribunales me enseñaron, que las grandes palabras, las pasiones y las fundamentales declaraciones de principios se defienden, se construyen, empiezan y acaban en la barricada de minúsculos derechos de ciudadanos anónimos. Y cuando esto funciona con un regular, equilibrado y favorable resultado lo llamamos Democracia. Y a través de estas "pequeñas cosas" ( J.M. Serrat), vamos construyendo las grandes edificaciones de la civilización, nuestra civilización de derechos y libertades, hoy en crisis por vientos de la historia y vándalos de variado pelaje descreídos de valores ilustrados, gritones del fascio.

En Miranda vs. Arizona unos abogados se tomaron muy en serio aquel caso de un joven indigente de 23 años condenado injustamente, su labor supuso la más famosa de las enmiendas a la Constitución Norteamericana, que forma parte de ella, la Quinta Enmienda. La hemos aprendido todos en el cine. Una lucha desde lo humilde hasta lo más grande.

Me he encontrado en innumerables ocasiones al periodista Mestre entrando y saliendo de los juzgados, siempre a pie de obra, y cada vez he pensado hete aquí andando piernas cortas, mis libertades. Mi libertad de información, mi libertad de prensa. Gracias a ellas, mi libertad de opinión, con ellas, en conjunto, mi libertad de pensamiento, todas al albur, mi libertad.

Grandes palabras, como siempre, tantas veces ejercitadas por personajes pequeños, como lo somos todos, como lo fue Miranda, como Kiko, como los letrados de Miranda, como los Jueces del Tribunal Supremo americano que redactando la enmienda evitaron millones de injusticias. Como hacemos cada día en los Juzgados y Tribunales los actores que nos dedicamos a esta labor noble.

Pues bien, ¿qué puede haber sucedido para que todo esto se haya truncado de una forma incomprensible? Resulta que al periodista le han secuestrado, porque eso es, el que la Policía le quite al profesional, hoy día, el teléfono móvil personal, un instrumento que es absolutamente imprescindible sin el que no solo no se puede desarrollar una actividad normal y ordinaria, sino que prácticamente nos quedamos desnudos, a la intemperie.

El periodista se ha quedado sin su instrumento, en el que radican nuestras libertades y en definitiva una parte de nuestras vidas.

Resulta incomprensible para el lego y para el jurista que un policía le requise a un ciudadano no imputado en causa penal su móvil, con solicitud del fiscal y cobertura judicial.

Me obligo a decirlo, con humildes y pequeñas palabras, desde el secuestro en el que estoy, en el móvil de Kiko.

* Abogado