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Los "pringaos" de siempre

Los ingenuos pensábamos que nadie iba a volver a jugar con fuego sabiendo lo que había pasado en la antigua Yugoslavia

Este verano, Quim Torra se subió el sueldo de president de la Generalitat en un 5%, así que ahora cobra 146.926 euros al año. Si la calculadora que compré en el bazar de la esquina no me engaña, ese salario supone un sueldo mensual de 12.243 euros. Es decir, lo que ganan en un año -repito, en un año entero- miles de trabajadores y empleados públicos de este país. Una amiga mía, médico, tiene que matarse a hacer guardias para ganarlo. Y aun así, este buen hombre -por llamarlo de alguna manera- se permite hacer declaraciones en las que anima a su pueblo a seguir la vía eslovena a la independencia. Una vía, por cierto, en la que murieron 62 personas: los eslovenos pusieron 18 muertos y los serbios pusieron 44, casi todos soldados que estaban haciendo el servicio militar y al que no les hacía ni maldita la gracia tener que luchar por su país, o por lo que fuera que luchaban. Entre esos muertos también hubo varios civiles y un camionero búlgaro al que pilló el fuego cruzado en una carretera.

Hoy en día nadie se acuerda de esos muertos. Comparados con los 50.000 militares muertos en la Guerra de Bosnia, que empezó poco después de la breve campaña de Eslovenia, esas víctimas no son nada. Y más si pensamos en las 36.000 víctimas civiles, casi todas bosnias -pero también croatas y serbias- que murieron asesinadas en las campañas de limpieza étnica, entre 1992 y 1995. En total, 86.000 víctimas, más los miles de mujeres secuestradas y violadas y los millones de desplazados y de expulsados de sus casas.

Casi nos habíamos olvidado de todas esas cosas. Pero los ingenuos al menos pensábamos que nadie iba a volver a jugar con juego sabiendo lo que había pasado en la antigua Yugoslavia. Si se incita el odio al vecino, si se exalta el nacionalismo más furibundo, si se empieza a escarbar en el pasado buscando cualquier excusa histórica para crear un agravio con el que culpar a tu vecino, al final siempre acaba ocurriendo lo mismo. Y no hay que olvidar que las cosas no empezaron de la noche a la mañana. Todo el conflicto de los Balcanes -que tenía hondas raíces históricas- se fue preparando a lo largo de al menos una década. Los intelectuales croatas exigían que el croata fuera un idioma diferente del serbio -cuando en realidad eran la misma lengua-, los serbios azuzaban el nacionalismo más belicoso instigando el miedo a sus vecinos musulmanes, y los musulmanes pedían enseñanza especial del Islam en las escuelas. Y todo era convenientemente airado y manipulado en los periódicos y en las televisiones.

La gente de la calle procuraba no dejarse arrastrar, pero al final todo el mundo se vio involucrado en la guerra, incluso a miles de kilómetros de distancia. Una amiga serbia que vivía en España me contó que un día, en la calle, oyó a unos niños hablando en serbo-croata. Feliz por haber encontrado compatriotas, corrió hacia ellos y empezó a saludarles: "Hola, niños, hola". Los niños, pálidos, se pusieron en pie y se alejaron corriendo de allí. Eran refugiados bosnios de Foca, donde las milicias serbias habían matados a unas 3.000 personas. Les bastó oír el acento serbio de mi amiga para salir huyendo. Habían pasado cuatro o cinco años y estaban a miles de kilómetros, pero el enfrentamiento seguía allí, incluso entre quienes no tenían ningún deseo de seguir enfrentados.

El otro día vi en la tele un mitin de Vox en el que los asistentes cantaban "El novio de la muerte". Se me pusieron de punta los pocos pelos que me quedan en la cabeza. Y ahora va un señor que gana 147.000 euros al año y habla de provocar una guerrita y de irse luego tranquilamente a dormir la siesta. Y los muertos, claro está, que los pongan los "pringaos" de siempre.

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