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Camilo José Cela Conde

Balance andaluz

Por una vez, las encuestas han acertado por completo al señalar las tendencias; todas sus predicciones respecto de los resultados de las urnas andaluzas -desplome de los socialistas, pérdida notable de Podemos y el Partido Popular, despegue de Ciudadanos y aparición parlamentaria de Vox- se han cumplido, incluso con creces. Los editoriales de los diarios podrían haberse escrito antes siquiera del recuento. Pero se me permitirá disentir del balance en el que casi todos ellos coinciden. Porque, a mi entender, lo que ha cambiado por completo es la posibilidad de hacer una lectura en clave ideológica de lo sucedido en Andalucía que -y en eso el acierto es completo- nadie interpreta como un resultado local. Resumir los resultados diciendo que la derecha ha ganado en Andalucía es quizá el error final de un proceso que no hemos visto venir con la suficiente claridad.

La polaridad izquierda-derecha es una herencia de la manera de ver las cosas que procede de la Guerra Civil. Dos son en particular los partidos que insisten en conservar tanto aquellas ideas como el lenguaje que se desprende de ellas: Podemos y Vox. Para ambos es del todo actual la confrontación guerracivilista, hasta el punto de tener al franquismo como un orgullo -Vox- y un insulto -Podemos-. Pero sería absurdo creer que nuestros problemas de ahora y sus posibles soluciones son los de entonces y más aún que se vota pensando en la dictadura franquista. El panorama del frentismo no existe ya; no, al menos, como se daba hace tres cuartos de siglo. De ahí que la frase "la derecha ha ganado en Andalucía" tenga muy poco sentido porque, de tenerlo, habría de remitir a un programa de gestión política consecuente. La llamada derecha, la suma del PP, Ciudadanos y Vox, ni es coherente por lo que hace a los sumandos ni, de hecho, tiene sentido salvo el que le dio Pablo Casado al asegurar, eufórico, que está dispuesto a pactar con Vox ,demostrando que en los dos grandes protagonistas del bipartidismo ya muerto se cumple el principio de que cada líder que llega convierte en preferible al anterior.

El problema para la tesis de una victoria derechista en Andalucía proyectable, quizá, en toda España se llama Ciudadanos. ¿Le conviene sumarse a una coalición con el PP y Vox? Salvo que el farol de Albert Rivera reclamando para su partido la presidencia en Sevilla le saliese bien, sólo puede perder en un pacto así. Casi ninguno de los pilares programáticos de Vox le sirve a Ciudadanos porque la cuestión no va ya en España del pulso entre derechas e izquierdas. Está pendiente la reforma constitucional o, dicho de otro modo, el sentido del Estado. Y los problemas pendientes son los mismos que han llevado a la eclosión de los populistas conservadores en toda Europa con el añadido del soberanismo. Demasiado complejo para despacharse con el esquema simple de la derecha frente a la izquierda. A lo mejor tendríamos que acostumbrarnos a mirar hacia Italia.

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