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José Francisco Conrado de Villalonga

Las chochocharlas municipales

La capacidad de asombro que tienen los ciudadanos, en principio ilimitada, a veces se ve sobrepasada. Durante las últimas semanas los medios de comunicación han dado noticia destacada de un programa de actos del Ayuntamiento de Palma en relación al 'Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres', que organiza la regiduría del Concejal de Igualdad Sr. Molina. Entre ellos y de forma especialmente notoria aparece una actividad titulada, "Chochocharla. Empoderándonos desde nuestros coños", enunciado sorprendente, que por sí solo descalifica cualquier programación que aspire a otorgar un mínimo de seriedad al evento. Creo que todo el mundo está a favor de cualquier acción dirigida a evitar la violencia contra las mujeres y también a apoyar su "empoderamiento", -palabro proveniente del inglés, - del verbo to empower,? empowerment- , puesto de moda como si fuese un hallazgo, cuando es, empoderamiento, un término posiblemente anterior, ya presente en el castellano antiguo. Con solo "empoderamiento" no se pueden resolver los problemas de violencia que sufren las mujeres y menos si este empoderamiento surge de donde se lo cuelga el enunciado del ciclo, el "chocho". Esta lacra social, la violencia, solamente se resolverá con educación, instrucción y formación cívica y, desde la enseñanza primaria.

Y ya que creemos en la educación y, presuponemos que un regidor de la ciudad debería de tenerla y, si la tiene, difundirla a la ciudadanía y, como esto no parece ser así, resulta impropia la titulación de ese programa. Una "chochocharla" es una formulación grosera, una vulgaridad. "Chocho" una expresión obscena que se utiliza para definir el órgano sexual femenino, "empoderándonos desde nuestros coños", peor, inadmisible, un horror. Una mujer se empodera cuando se vale por sí misma, cuando adquiere independencia para mejorar su situación. No creo que exista alguna mujer que esté de acuerdo en que su fuerza, su poder, su capacidad, su inteligencia, su sensibilidad y su afectividad provengan de su "coño". Coño, volvemos a lo mismo, es una malsonante definición de la parte externa del aparato genital femenino, calificación más propia de ignorantes congénitos que procedente de la subcultura. Además si el regidor insiste en su ordinariez por lo menos que escriba de acuerdo con la gramática, "chochocharla" no se puede escribir junto, comprendo que a algunos les resulta difícil la disciplina académica. Un ineducado comentaba que porqué "todo junto" se escribe separado y "separado" se escribe todo junto y porqué copular, -ya que estamos en ello-, no es un verbo copulativo, pues porque existen unas reglas como en todos los órdenes de la vida, en la convivencia, en la urbanidad y en la lengua también.

El lenguaje soez, crudo, grosero, ordinario, vulgar, de mal gusto y de escasa calidad, tiene implicaciones morales e intelectuales, la palabra soez ensucia no solo la lengua sino también el espíritu. Siempre hay una estrecha relación entre la palabra, el pensamiento y finalmente la acción, el lenguaje rudo nos conduce irremisiblemente a la paradoja de la obscenidad. No se puede pasar sin reprochar a un responsable político cuando programa actos en términos inciviles, pues las palabras de un regidor, que se supone rige los destinos de la ciudad, crean un clima de pensamiento, de normalidad e incluso de ejemplaridad con algo que no lo es. No se puede programar usando un lenguaje sucio. La tosquedad ha existido siempre, en la antigua Roma también se utilizaba la procacidad en la vida ordinaria e incluso en la literatura. Catulo (87-52 a c,) poeta latino utilizaba un lenguaje desenfadado, por ejemplo en su poema nº 16 comienza con un verso que reza así: " Pedicabo Ego vos et irrubabo",- cuya traducción evito por un sentimiento de pudor-, pero también otros políticos como Cicerón, con sentido de responsabilidad, creían que era profanar la cultura el usar palabras inadecuadas en público.

En España se han vivido como en todas partes épocas de incorrección que de alguna forma se pretendían corregir, así en el año 1.790 (30 de abril) se publicó un bando por el que se anunciaba que: "Toda persona que profiera palabras escandalosas y obscenas?.. se las destinará a realizar obras públicas durante quince días". En tiempos más recientes, en Rusia se publicó una ley para desterrar el lenguaje grosero por la que se castigaba a cualquier cargo público que lo hiciese con multa de 4.000 a 5.000 rublos. Y recientemente en EE.UU., en el año 2017, se puso una multa de 15.000 dólares a Pau Gasol, jugador de básquet del Menphis Grizzlies, por decir en una entrevista para la cadena de televisión NBA, después de un partido y de haber ganado al equipo de Minnesota, " oweroll, we won so fuck it", (sobre todo nosotros hemos ganado o sea que se jodan?.). No puede olvidar Sr. Regidor que Ud. en su vida privada puede hacer y decir la obscenidad que quiera, pero desde el Ayuntamiento debe de tener cuidado, pues debería de saber que el lenguaje sucio y estropeado afecta al espíritu y a los sentimientos, en este caso, creo que de muchas mujeres que desean ser respetadas, consideradas y empoderadas no solo por su "coño". Querido lector pido disculpas por haber utilizado palabras malsonantes en todo el artículo, pero no es posible esta crítica sin reflejar los términos enunciados y publicados.

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