Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Papell

Trascendentales andaluzas

La encuesta del CIS sobre Andalucía publicada la semana pasada, basada en más de 5.000 encuestas, otorga al PSOE el 37% de los votos y a las otras tres formaciones significantes un triple empate con el 18% cada una de ellas. El sondeo pronostica además la victoria del PSOE en las ocho provincias „algo que no sucede desde 2004, ya que Almería ha sido históricamente un feudo del PP„, y aunque sólo el 10,8% de los encuestados considera buena la gestión de la Junta de Andalucía en los cuatro últimos años, cuando se pregunta qué partido defiende mejor Andalucía, el 24,5% de los encuestados responde que el PSOE frente al 8,1% que señala al PP. Otro elemento relevante es el escaso gancho del candidato del PP, Juanma Moreno, cuyo grado de conocimiento entre los electores ha pasado del 52,7 al 56,2% en tres años, veinte puntos menos que Pablo Casado, que acaba de llegar al liderazgo popular.

Es evidente que del resultado de las elecciones del 2 de diciembre dependerán en buena medida la política posterior en todo el Estado y la presión de los diferentes partidos en favor de unas elecciones generales inmediatas. Si se confirmaran los resultados sugeridos por Tezanos (quien, ya se sabe, ha optado por hacer poca cocina y ofrecer a los ciudadanos los resultados en bruto), el único partido que podría tener interés en consolidar su posición sería el PSOE. En todo caso, es evidente también que Casado quedaría muy en precario, sobre todo si quedara en tercera o en cuarta posición, algo no descartable según el referido sondeo. Sin embargo, es destacable que el nuevo líder popular ha decidido jugársela en Andalucía implicándose personalmente hasta los tuétanos, a pesar de que el candidato no es de su confianza (Moreno apostó por Sáenz de Santamaría) ni, como se ha visto, muestra grandes cualidades políticas.

Parece, pues, que el gobierno de Sánchez quedará reforzado, lo que le permitirá sobrevivir seguramente a la no aprobación de unos nuevos presupuestos, cada vez más difíciles de acordar, si optara por la prórroga. En este caso, debería ser el propio PSOE el que marcara la estrategia que más le convenga. En principio, podría pensarse que el tiempo juega a su favor, porque todo indica que Unidos Podemos, ya en situación muy ruinosa, podría terminar de desmoronarse a raíz de lo que ocurra en Andalucía y de cómo sea el desenlace de las 'rebeliones' de las bases en Madrid y en Barcelona.

En efecto, siempre si se cumplen aproximadamente los pronósticos, Susana Díaz necesitará a Adelante Andalucía (la versión autóctona de Unidos Podemos) para gobernar, una vez descartada la reedición del pacto con Ciudadanos (descarte que habrá dejado perplejos a muchos electores del partido de Rivera: es un tanto absurdo sostener un gobierno durante una legislatura para repudiar a su término hasta extremos increíbles a quien ha sido el socio fiel durante todo este tiempo). Susana Díaz y Teresa Rodríguez se detestan manifiestamente, y los anticapitalistas, entre los que se halla Rodríguez, consideran al PSOE una formación burguesa y degenerada.

Si la situación avanza por ese camino, Pablo Iglesias, que es el jefe teórico de Rodríguez pero que no conserva la menor capacidad de influencia sobre ella, tendrá grandes dificultades para explicar su posición ya que él está tendiendo la mano a Pedro Sánchez desde le primer momento. Si la ingobernabilidad se enquistase, y como ha señalado ya algún analista, el PSOE no tendrá más remedio que recordar los sucesos de 1994-1996 y que obrar en consecuencia. Como se recordará, en junio de 1994, Chávez ganó las elecciones con 45 escaños, frente a los 41 del popular Javier Arenas y los 20 de Luis Carlos Rejón, candidato de Izquierda Unida. Chávez resultó investido pero fue víctima de la pinza entre PP e IU. Para liberarse de ella, disolvió el parlamento y convocó elecciones en marzo de 1996. Chávez subió hasta 52 escaños, Arenas sólo logró 40 y Rejón 13. La 'pinza' fue castigada con severidad.

Nunca fue más oportuno aquello de Santayana: quien olvida la propia historia, se verá obligado a volver a vivirla.

Compartir el artículo

stats