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Juan Tapia

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Joan Tapia

El poder desgasta a quien no lo tiene

Al democristiano italiano Giulio Andreotti, tan inteligente como turbio, se le atribuye la frase "el poder desgasta más a quien no lo tiene". Es una afirmación polémica que está por demostrar, pero si en algún lugar del mundo parece indiscutible es en Andalucía. Allí el PSOE manda desde 1981, hace nada menos que 37 años. Mientras, en España ha gobernado la UCD con Calvo Sotelo, el PSOE con Felipe González (trece largos años) y Zapatero, y el PP con Aznar y Rajoy. Y allí, según todas las encuestas -no únicamente la del CIS- volverán a gobernar los socialistas con Susana Díaz tras las elecciones del 2 de diciembre.

Y ello pese al famoso escándalo de los ERE que ha afectado a dos presidentes andaluces ( Manuel Chaves y José Antonio Griñán) que están siendo juzgados en estos momentos, durante la campaña electoral.

Por otra parte, desde la vuelta de vacaciones el PP y Cs se han lanzado a una campaña de acoso y derribo contra Pedro Sánchez que, al menos en Andalucía, no parece haber tenido efectos relevantes. No sólo el PSOE ganará las elecciones andaluzas, a bastante distancia del terceto de segundos colocados (PP, Podemos y Cs) sino que, según el CIS, la intención directa de voto socialista en Andalucía en unas hipotéticas elecciones generales está muy por encima de sus competidores. La encuesta del CIS -que en este caso difiere poco de otras publicadas- no detecta ningún entusiasmo con la gestión de la Junta de Susana Díaz. El 55% de los encuestados cree que la situación económica es mala o muy mala. El 58,9% opina lo mismo de la política. El 35% (contra el 8,6%) dice que la situación es peor que hace cuatro años. El 44% (contra el 15%) juzga negativamente la gestión de Susana Díaz y al 58,4% (contra sólo el 25%) le gustaría que tras las elecciones gobernara un partido distinto al PSOE. Hasta aquí el teorema Andreotti parece equivocado. El poder desgasta. Y bastante.

Sin embargo, el PSOE es el partido que a más gente (un 27% frente al 13% de Cs) le gustaría que ganara las elecciones. Nada menos que un 65%, frente al 9% del PP, cree que el PSOE las ganará. Y efectivamente la estimación de voto del PSOE es del 37,4% en el CIS -el 32% en el promedio de seis encuestas-, con lo que Susana Díaz ganará de forma destacada el próximo 3 de diciembre. Tanto según el sondeo del CIS como de la media de los últimos publicados.

El problema será cómo logra luego ser investida porque le faltarán ocho escaños mínimo para llegar a la mayoría absoluta. Cs jura que, al revés que hace cuatro años, no la apoyará y sus relaciones con Podemos son malas. Por eso se prevé una complicada etapa postelectoral (¿hasta las municipales de mayo?) y no se puede descartar del todo que haya que repetir elecciones.

¿Cuál es el misterio por el que, pese a acusar el desgaste, el PSOE vuelve a ganar y confirma así la vigencia en Andalucía del teorema Andreotti? No es por méritos propios sino por los deméritos de sus adversarios, que no han sabido trabajar bien. En efecto, pese a los ERE y pese a todo, el PSOE es visto como el partido que mejor defiende los intereses andaluces (24% contra 8% del PP), que mejor representa al ciudadano medio (25% frente a 10% de Cs), que genera más confianza (23% contra 11% de Cs) y más capacitado para gobernar Andalucía (25% contra 10% del PP). Dejemos los números. El PSOE volverá a ganar y, si las encuestas no fallan, Pedro Sánchez saldrá reforzado porque ganará la batalla andaluza a Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Y que Susana Díaz -su enemiga dentro del PSOE- tenga después problemas para la investidura más bien refuerza su control del partido que perjudica su liderazgo.

El PSOE sacará, además -repito si las encuestas no se equivocan-, una ventaja suplementaria ya que se producirá un empate entre el PP, que baja, y Cs, que sube. Tras el 2 de diciembre no quedará pues claro si el voto útil para vencer al PSOE es Pablo Casado o Albert Rivera. Y Vox puede entrar en el Parlamento andaluz. Una derecha partida y más fragmentada todavía (por Vox) no es un mal escenario para Sánchez de cara a las elecciones municipales, autonómicas y europeas del "superdomingo" del próximo mayo. Suponiendo, claro, que haya resistido. Por el momento, gobernar con 84 diputados, en minoría absoluta, parece haberle castigado bastante menos de lo que pronosticaban sus adversarios.

El “Brexit” que no puede ser

Theresa May era ministra del Interior de David Cameron y no fue partidaria del ‘Brexit’ (tampoco muy contraria). Pero cuando el ‘Brexit’ triunfó (por poco), Cameron dimitió y ella le sustituyó, asumió el resultado del referéndum. Dijo “Brexit es Brexit”. Luego, al empezar a negociar con la UE, fue más lejos: “más vale un no acuerdo que un mal pacto”.

Ahora -tras muchos meses y varias crisis, entre ellas la dimisión de Boris Johnson, el adalid del ‘Brexit’, como ministro de Exteriores- ha logrado un acuerdo con la UE. Todo el mundo político está en contra, tanto dentro como fuera de los conservadores. El acuerdo no es el ‘Brexit’ porque Gran Bretaña no recupera la soberanía económica, sino que -simplificando- queda atrapada en una unión aduanera que puede ser indefinida en el tiempo y con libertad vigilada para legislar. Por eso no gusta nada a los partidarios del ‘Brexit’ y por eso dimitió el jueves nada menos que su ministro negociador con Bruselas, Dominic Raab.

Pero tampoco satisface a los europeístas porque argumentan -y tienen razón- que el acuerdo es menos beneficioso para Gran Bretaña que quedarse dentro de la UE. Theresa May lo tiene pues difícil. Primero dentro del partido conservador, donde los antieuropeos le están preparando una moción de censura. Luego -si no la presentan o logra derrotarla- es difícil que el acuerdo sea aprobado en la Cámara de los Comunes, donde tiene una mayoría muy escasa y dividida.

Pero May puede salirse con la suya porque tiene razón en una cosa. El acuerdo conseguido es el mejor posible (por eso los empresarios lo apoyan) porque, aunque es malo, es lo que menos estropicio político y económico provoca. Al menos a corto plazo. Un ‘Brexit’ sin acuerdo sería una catástrofe a la que nadie parece ya atreverse (ni los más partidarios). Y rectificar -no salir del euro- implicaría un nuevo referéndum o nuevas elecciones y antes pedir a la UE la prolongación del periodo de negociación. Mucho tiempo de caos en el que los conservadores podrían perder el poder y el gobierno ir a los laboristas de Jeremy Corbyn.

Aunque tres antiguos primeros ministros -el conservador John Major y los laboristas Tony Blair y Gordon Brown- estén pidiendo ya otro referéndum, May quizás pueda imponerse. Su solución es provisional, confusa y cogida con alfileres pero, en apariencia, es la menos traumática al cáncer en el que Cameron metió a Gran Bretaña al convocar y perder el referéndum del ‘Brexit’. Un error político descomunal que sólo puede tener una respuesta poco satisfactoria.

Sea como sea, la provisionalidad y la confusión no van a desparecer de Gran Bretaña en muchos meses. Un destacado columnista del ‘Financial Times’ concluye que los conservadores, un partido de gobierno y de orden, están actuando como un grupo con tentaciones anarquistas.

Boris Johnson grita que el acuerdo haría de Gran Bretaña un estado vasallo (de la UE). Exagera, pero lo cierto es que no habría ‘Brexit’ real (sí formal) porque Gran Bretaña no recuperaría la soberanía prometida.

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