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Bernat Jofre

Francotiradores de realidades virtuales

La noticia de la detención de un ciudadano español deseoso de acabar con el Presidente del Gobierno ha sobresaltado a la opinión pública española.

Desgraciadamente, a raíz de este condenable suceso hemos vuelto a asistir al un cierto sensacionalismo al cual nos tiene acostumbrados la prensa de este país. La 'amarilla' y la 'seria'. Ambas han caído en la tentación de vender ejemplares mediante la publicación de titulares vacíos de contenido (Chacal, Sniper, El Lobo acechaba), sin plantearse aspectos básicos como la auténtica peligrosidad de las armas incautadas -muchas de ellas, con los papeles en regla-, su alcance real o su mantenimiento. 'Fake news' le llaman en inglés.

Y es que si los 'media' hubieren sido estrictos, lo primero que se hubieren preguntado es cómo una detención llevada a cabo día 21 de septiembre se revela a bombo y platillo un mes y medio después. Por ejemplo. Sí ha habido secreto en instrucción -que ciertamente así ha sido- , pero los motivos eran públicos y la pieza ya llevaba semanas en los juzgados catalanes. Poco comprensible es, la verdad.

También los reporteros deberíanse haber cuestionado las presuntas incoherencias del relato oficial, sin quitar importancia a la peligrosidad del sujeto. Verán, quien sepa un poco de qué van las armas, su manejo y su mundo sabe perfectamente que el ciudadano que jugaba a 'Rambo' en su Club de Tiro lo más probable es que fuere lo que se llama coloquialmente un bocazas al cual con una decomisación de sus armas fuera de reglamentación -muy pocas, la mayoría estaban al día de sus respectivas inspecciones- le hubiere bastado para entrar en vereda. Pero no, se ha preferido la cortina de humo y el escándalo, cuando si lo miramos fríamente, es evidente que nos encontramos ante alguien que recuerda más a un charlatán de feria que a un asesino profesional.

Primero, porque no tenía una preparación técnica necesaria: para acertar a un blanco móvil a más de 800 metros de distancia deben haberse gastado muchas municiones. No yendo una vez a la semana al Club y ensayar en la galería de aire comprimido (tiro máximo, 100 metros ). Muy probablemente por esa misma metodología de entrenamiento el aspirante a magnicida tampoco debía conocer los necesarios principios sobre viento, humedad, fuerza y giro gravitacional terrestre -el llamado Efecto Coriolis- que los francotiradores más avezados sí dominan.

Segundo, inexistencia de arsenal apropiado. Las armas enseñadas por la policía eran, en su gran mayoría, de aire comprimido. En cuanto a las rayadas de largo alcance, el estado del 'Mauser98' como el del 'CETME' exhibidos como "armas asesinas a 1.500m"daban bastante apuro por su obsolescencia.

Tercero, nulidad de ópticas apropiadas. Para tener éxito con el tiro que se pretendía realizar, no tan sólo hacen falta muchas horas de entreno y un rifle de cerrojo valorado en miles de euros. Hace falta atesorar unos complementos ópticos -teleobjetivos, para los profanos- de primera calidad. Con torreta telemétrica y -algunos- medidor de viento. Llegan a valer tanto como el rifle. Estamos hablando ya de mucho dinero. Obviamente no son los aparatos que hemos visto por las diferentes cadenas de TV.

Cuarto: munición. Como se pueden imaginar, los profesionales que tiran con un fusil de 8.000 € y una mira de 6.000 € no utilizan los balines de aire comprimido que atesoraba el detenido. Tampoco las balas de 0,25€ unidad encontradas, reglamentarios todos ellos. Básicamente porque las segundas podrían llegar a deformar el carísimo cañón de aleación de hierro y titanio -1.500 € unidad- que suelen utilizar en los campeonatos internacionales. Un calibre usual en tiros de larga distancia es el 0.50 BMG o el 0.338 Lapua Magnum. Inexistentes en el 'arsenal' de Terrassa.

Quinto: estado físico. Quien haya tirado al blanco o cazado de manera habitual, sabrá que aún a pesar de que lo anteriormente expuesto estuviere operativo, si no se cuenta con un pulso firme, no hay mucho que hacer. Por lo que se ha podido saber por los medios de comunicación, después de acabar su exitosa carrera como ultramaratoniano, el hoy detenido llevaba una vida muy sedentaria, agravada además por tener que cuidar a una hermana discapacitada y a una madre muy mayor.

Sexto: estado psicológico. Al contrario que los fríos francotiradores de élite. El implicado es alguien con bastantes problemas psicológicos que en fondo, más que una temporada entre rejas, lo que podría necesitar es ayuda médica, pues al parecer estaba viviendo en una peligrosa realidad virtual con tintes maníacos-depresivos.

Por tanto, y sin negar la potencial amenaza de un francotirador experto para con las altas instancias políticas e institucionales de este país, se hace muy difícil creer que el detenido fuere el asesino selectivo que nos han vendido.

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